Las horas de la madrugada en el Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana, suelen ser tranquilas, pero, para Marcel Hernández y su familia, aquella de junio de 2011 fue toda una odisea. 

“¿Qué pasa con mi hijo? ¿Por qué no lo dejan entrar? ¿Por qué no le dan el pasaporte?”, se preguntaba, sin saber que ocurría, su madre. Al rato, apareció el entonces Comisionado Nacional de Fútbol, Luis Hernández,  quien le preguntó a aquella desesperada madre: “Mamá, ¿podemos dejarlo ir  a Estados Unidos? ¿No se va a quedar?”.  

La respuesta de la madre fue tajante y no se hizo esperar: “Mi hijo regresa, como el primero”. Así, con dudas sobre si llevarlo o no a los viajes, entre la segregación y cuestionamientos continuos, trancurrió la carrera del futbolista Marcel Hernández Campanioni en la selección nacional, con desilusiones en más de una ocasión. 

“En la selección siempre trataron de apagarme, no sé si fue por mi carácter o por solo decir lo que pensaba: a veces, hacía cosas diferentes y me veían como alguien subversivo. Dentro de la cancha,  el único entrenador que reconoció mi talento y valoró mi aporte fue Raúl González Triana, quien es un gran profesional”, recuerda el jugador.   

Aunque su impacto en la absoluta cubana era evidente, su vida estuvo marcada por la salida de la selección nacional, a lo cual siguió su paso exitoso por varias ligas en el extranjero, antes de establecerse en Costa Rica.  

Año después, ocurriría el regreso al equipo de su país, pero, para su sorpresa, no había cambiado mucho con respecto a aquellos oscuros días, cuando era muy  deficiente la atención al atleta.  

Sobre su retorno y ausencia actual, así como su carrera extraordinaria en el fútbol de Costa Rica y su vida más allá de las canchas, Marcel Hernández conversó con Play-Off Magazine.  

“Tuve una infancia tranquila y muy atractiva, por así decirlo. Practiqué muchos deportes antes de llegar al fútbol, de hecho, nunca pensé inclinarme por este deporte. Yo soy de Aldecoa, por 26 y 51 en municipio Plaza, un barrio muy futbolero. Solo mencionar a Francisco Fariñas es una muestra de lo que significa este deporte allí. 

Futbolista cubano Marcel Hernández liga Costa Rica
Futbolista cubano Marcel Hernández en la liga de Costa Rica

“Mi abuelo me llevaba al estadio La Polar a ver los juegos, pero no me terminaba de gustar. Recuerdo que, a la edad de 7 años, estando en la escuela primaria, mis compañeros salían  al mediodía y yo era el único que se quedaba en la escuela porque no jugaba fútbol. En aquel entonces, comenté a mi familia que quería jugar y así comencé. El Chino Fariñas necesitaba un portero para su equipo Aldecoa y empecé en esa posición. Nos convertimos en una familia y eso fue creando vínculos muy fuertes y que el grupo nos vieramos de forma diferente”, recuerda.  

“Yo siempre tuve apoyo y seguimiento de mi familia, en general. Recuerdo que era un niño muy enérgico y necesitaba el deporte, practiqué varios como natación, atletismo, karate. Ellos trataron de que fuera bastante serio y no me desviara de esa línea. Después de que fui portero, el entrenador me  probó de mediocampista y allí me quedé por varios años. De niño, era muy flaquito y pequeño, quizás por eso me sacaron de la portería. El Chino vio  habilidades en mí y las supo aprovechar. Tuve la oportunidad  de integrar el equipo pioneril  de La Habana y fuimos campeones tres años consecutivos, allí me di cuenta de que podría tener resultados en el fútbol. Después pasé por la EIDE y fui puliendo muchas de mis deficiencias, me fui soltando en el terreno y las personas comenzaron hablar muy bien de mí”, recuerda. 

Tras pasar por la llamada pirámide deportiva cubana, le llegó la oportunidad de debutar en la primera categoría, un sueño.  

“Llegué al equipo Habana FC siendo un enano, como quien dice, debuté en el año 2007, año en que solo subieron a Heviel Cordovés y a mí. Entonces, estaba en la selección nacional sub-20, pero era más dificil jugar en La Habana que en la selección nacional. Le comentaba a Heviel que el equipo Habana jugaba mejor que la selección nacional. Lo otro que me ayudó mucho fue el recibimiento que me dieron los jugadores de experiencia, Vismel  Castellanos y otros me ayudaron mucho, como Jaine Colomé y Juan Carlos Cabré. Ellos son mis hermanos”, añade.  

El balompié era la pasión de Marcel Hernández, pero a la par de su desarrollo como atleta, iban aumentando sus responsabilidades en casa. No podía sostenerse con lo que cobraba. 

“Siendo jugador de la Habana FC nunca nos pagaron, cuando ibamos a dar viajes largos a provincia nos daban una dieta de 6 o 8 pesos por día, no recuerdo bien, pero no daba para nada. Yo sobrevivía con los negocios y los inventos, revendía algunos productos. Esta era una situación complicada porque, además, tenía responsabilidades en casa, pero tuve una gran familia, con mi mamá, mi papá y mi padrastro  Miguel Ángel que me ayudaron mucho: ellos me guiaron. Siempre fui un muchacho muy de la calle y aprendí a ganarme la vida: había que hacer muchas cosas para poder verla pasar”, dice. 

En medio de las necesidades básicas de cualquier cubano y los buenos resultados con el equipo Habana, llegó la oportunidad con la selección nacional, algo que traería un cambio de posición en la cancha y la posibilidad de resolver algunas cosas materiales.  

“Siempre  jugué como mediocampista de contención, incluso, así debuté en La Habana y en la selección nacional sub-20. En una eliminatoria de la selección sub-20, quedé como líder goleador siendo mediocampista, después de ese torneo me subieron al equipo de mayores. Allí me utilizaron más como lateral derecho. Recuerdo que se hizo un torneo en el estadio Pedro Marrero y me tocó en el equipo de Occidente y no cabía como mediocampista. Ese equipo lo dirigió Raúl González Triana y me dijo: ‘sabes que te voy a poner de jugador 10, pisas bien el área. En ese torneo quedé de líder goleador también y, a partir de ese momento, me utilizó en esa posición. 

“Muchas personas hablan sin saber, pero los jugadores pasábamos mucho trabajo: íbamos a los viajes a jugar y al mismo tiempo, a resolver los problemas de la casa. Recuerdo que nos llevabamos las botellas de ron, las cajas de tabaco y como en Europa eran más caras, las vendíamos y hacíamos dinero. Otras veces, usabamos los módulos viejos para guardar los nuevos y poder venderlos: era una manera de aliviar la situación económica”, dice.  

La vida de Marcel Hernández estuvo llena de desilusiones. ¿Es cierto que los dirigentes te querían dejar fuera de la Copa Oro 2011? ¿Sentiste que eras mal mirado en algunas ocasiones?  

Tuve una amarga experiencia en la Copa Oro de 2011. Le dieron pasaporte a todos menos a mí, no querían llevarme. Estaba en el aeropuerto con mi mamá y ella preguntaba: ‘¿qué pasó?, ¿por qué no lo dejan entrar?, ¿ por qué no le dan el pasaporte ?. Despúes de varias, horas llegó Luis Hernández, Comisionado Nacional en aquel momento  y le dijo  a mi mamá con estas palabras: ‘Máma, ¿podemos dejarlo ir  a Estados Unidos ? ¿No se va a quedar? Mi mamá le dijo: “mi hijo regresa como el primero”. Siempre el psicólogo y Jaine Colomé abogaron y metieron la mano en la candela por mí, esa actitud de Colomé hizo que me pusieran en su cuarto y con el aprendí mucho, es alguien transparente y que siempre va de frente. 

En la selección siempre trataron de apagarme, no sé si fue por mi carácter o por solo decir lo que pensaba: a veces, hacía cosas diferentes y me veían como alguien subversivo. Dentro de la cancha,  el único entrenador que reconoció mi talento y valoró mi aporte fue Raúl González Triana, quien es un gran profesional. Hubo entrenadores y directivos que me miraban con malos ojos por mi forma de ser, pero dentro de la cancha, no tenían nada para señalarme. 

El año 2012 fue fundamental en tu vida: título de la Copa del Caribe y anotaste el gol que dio la victoria. ¿Cómo recuerda Marcel Hernández ese momento? 

Me erizo al hablar de eso, ese y mi título con Cartaginés han sido los logros más importantes de mi carrera. Nunca pensé ganar algo con la selección, aunque teníamos buenos jugadores. En el área, era muy complicado ganarle a Jamaica.  Jaine Colomé y yo nos entendíamos muy bien, él siempre me decía: ‘tienes que inventarte una, haz la tuya y ponte la capa’. Ese gol y esa victoria también significaron mucho para mí. 

En ese torneo, había tenido problemas con el entrenador Walter Benítez y no me ponía a jugar,  decisión en contra de la opinión  de muchos jugadores. Aunque trataran de opacarme, siempre cumplí con la selección nacional.  

De ser promesa del fútbol cubano, Marcel Hernández se  transformó en realidad y su nivel iba en ascenso. Dentro de la cancha no había con qué señalarlo. ¿Por qué te dejaron fuera de la Copa Oro 2013? ¿Qué excusa te dieron? 

No me dieron ninguna explicación: no vas y punto, fue un golpe muy bajo. Lo que más me decepcionó fue que, para ir a la Copa Oro, se hicieron dos partidos y en esos marqué goles y di asistencias, no había razones para dejarme fuera porque estuve muy bien, pero ellos lo decidieron.  

Esto fue el punto culminante para la salida de Cuba.  

Desde la Copa del Caribe venía meditando que tenía que salir, que mi relación con la selección tenía que acabarse para poder crecer. No me quise quedar en ningún país, quería hacerlo de buena manera y pedí mi baja de la selección.  

Tras salir de Cuba, puso a Cuba en la órbita del balompié a nivel centroamericano, con su paso por distintas ligas.  

“Vivo feliz y contento con ese paso, muchas personas hoy me reconocen el hecho de abrirles las puertas a los jugadores  cubanos en la Liga de Antigua y Barbuda, República Dominicana y Costa Rica. Llegué allí gracias a la ayuda de un amigo, Julio Boudet, quien me contactó para ir a un equipo que llevaba decádas sin ganar y al final, lo hicimos campeones. Mi rendimiento ese año fue espectacular, quedé lider goleador, mejor jugador y sobre todo, pude abrirles las puertas a mis compañeros. Al otro año vinieron a llamarme para que recomendara a jugadores cubanos para que llegaran a la Liga y poco a poco se incorporaron.  

“Cuando llegaron  mis compañeros tuvieron todo en orden, pago al día, alimentación y muy buenas condiciones, sin embargo, Marcel Hernández no tuvo eso: estuve ocho meses sin cobrar, sin comida, sin tener dónde vivir. Fue muy difícil todo, pero me alegré por ellos. Cuando terminé de jugar allí sabía que no podía volver a Cuba, todavía no me habían pagado y estaba sin dinero. En ese momento, me llamó Carlos Ramírez y me comentó que se estaba iniciando la Liga Profesional en República Dominicana y acepté ir para allá. 

“En el equipo Cibao FC tuve un gran resultado y eso provocó que otros equipos se fijaran en mí. Un futbolista argentino amigo mío, Juan Pablo, me dijo: ‘siento que tu nivel está muy por encima, deberías probarte fuera, te voy a presentar a mi agente Hernando García’. En la primera conversación con el representante, recuerdo que me dijo: ‘el hecho de ser cubano te va a cerrar muchas puertas’. Así fue, pero no me rendí. 

“Mi representante me dijo que había ofertas en Brasil, Suiza y Colombia, pero por ser cubano prefirieron no contratarme. Tras aquello sucesos, no se rindió y me consiguió la oportunidad en Cartaginés, lo que fue el inició de una etapa muy linda. En ese entonces, estaba Pablo César Wanchope y aceptó que viniera. En un inicio fui a pruebas y tuve que pagarme mi pasaje y la estancia por siete días: a partir de allí, se empezó a escribir la historia en el club. 

¿Cómo saliste adelante? 

Fue un inicio muy duro. No tuve presentación con el club y las personas en las redes sociales me decían horrores. El primer día de entrenamiento, el capitán del equipo me preguntó  si en Cuba se jugaba fútbol. Me preguntaron si yo era pelotero. Fue difícil  hasta cuando me veían caminando por la calle, pero la cancha al final se encargó de demostrar todo. 

¿Cuanto afectaron a tu carrera los problemas legales que atravesaste? 

Me afectó mucho anímicamente, muchas veces quería irme para Cuba y dejar el fútbol. Tuve muchos compañeros y amigos que me apoyaron mucho, a cada rato me acordaba que salí de Cuba para ayudar a mi familia y no me podía rendir, siendo, además, inocente. Eso me hizo ser más fuerte. También esto me afectó deportivamente, pues tuve que declinar muchas ofertas, incluso, firmé varias y no se pudieron concretar porque no podía salir de Costa Rica. Tuve ofertas en Qatar impresionantes, después en China, Corea, Arabia Saudita y Suecia entre otras, pero no se pudo. Los contratos tenían esa cláusula: sino no podía salir del país, el contrato quedaría rescindido. 

¿Por qué fichar por Alajuelense? ¿Qué pasó que regresaste a Cartaginés? 

Al no poder salir del país, me incliné por la Liga Alajuelense: quería demostrarme cosas a mí mismo, conocer otras cuestiones. Regresé a Cartaginés porque en ese entonces, el entrenador que estaba en Alajuelense no me iba a utilizar mucho y no me pareció justo. Era el jugador de mejores números en el torneo y decidí volverme a mi casa, donde siempre he sido feliz. 

Casi 10 años después de pedir la baja de la selección nacional, regresas nuevamente al equipo. ¿Cómo se produce tu regreso? ¿Por qué Marcel Hernández no está hoy en la selección? 

Primero, quiero agradecer a Pablo Elier Sánchez, fue todo un caballero y siempre se comunicó conmigo. Tuve una reunión con Darien Díaz y le dije que sin problemas estaría con el equipo.  

Pero hoy no estoy con selección por varias cuestiones. Tuve que tomar una decisión pensando en mí, necesito rendir con la selección y también con mi club. Soy alguien profesional y vivo del fútbol, creo que no solo yo, sino que la selección merece que se le trate como tal. Fui a integrarme al equipo y darlo todo, pero faltaban muchas cosas para garantizarle al atleta las condiciones mínimas. 

Lo primero es que no había ropa, el equipo necesita verse bonito, bien vestido, porque es la primera imagen que se da. Solo teníamos un uniforme para jugar y uno para entrenar. El tema es que con un solo uniforme hay que lavarlo a diario. Pensé que lo iba a lavar el hotel, pero no fue así. A mí no me molesta hacerlo, pero cómo después de un juego o de salir cansado de entrenar, te vas a poner a lavar a mano la ropa: esa etapa era para que hubiese pasado.  

Yo pensé que habían cambiado las cosas, pero debo destacar que los entrenadores se comportaron muy bien, tanto Pablo Elier como Silvio Pedro: ellos fueron unos caballeros, recuerdo que me dijeron: ‘Sabemos que faltan muchas cosas, pero es lo que tenemos’. Esa frase la escuché yo en 2012: las cosas estaban igual, pero no dependía de ellos.  

Me chocaron muchas cosas, estuve casi 8 horas parado en un aeropuerto en Belice. En cuanto pude salir, lo primero que hice fue ir a ver a mis compañeros. Muchos creen que solo pienso en mí, pero, en realidad, lo hago  primero en el grupo. Cuando vi a mis compañeros, muchos me dijeron: no hemos cenado porque la comida está muy mala. Cuando yo vi esa comida daba pena, no era una comida para un jugador. Tuve que poner de mi dinero para que ellos pudieran comer. No me interesa tener ningún mérito, solo estoy exigiendo respeto para los atletas.  Faltó un detalle: donde estaban hospedados no era un hotel, era lo más parecido a una casa.  

Tras aquellos sucesos y, viendo lo complejo del momento, Marcel Hernández y otros jugadores exigieron respuestas a muchas de sus inquietudes, pero, hasta el sol de hoy, no han recibido respuestas. 

Primero, están los de Cuba que pasan más trabajo que yo, tienen que respetarlos como jugadores. Entre las otras cosas que pedimos, estaba que la dieta se diera al inicio y no al final, para que pudieran salir a comprar sus cosas. Otro tema que exigimos estuvo relacionado con el premio para los jugadores y que estuviésemos en un hotel decente y tener al menos  2 mudas de ropa. Yo y varios capitanes del equipo pedimos hablar con los directivos y nunca dieron la cara.  

Recuerdo que se hizo una reunión con los entrenadores, la cual lideré yo. Allí cada jugador realizó sus exigencias y habló. Lo primero que pedimos fue una reunión con los directivos para conversar y ventilar los problemas que teníamos. No queríamos que los entrenadores pidieran nada, sino que los directivos se reunieran con nosotros los jugadores, algo normal en cualquier país. En la próxima convocatoria a la que fui,  pregunté si estaba la fecha para reunirse con los dirigentes y dijeron que no había ninguna. Dije que si los directivos no se reunían  con el equipo, conmigo no podían contar, por eso Marcel no está hoy en la selección. 

Esas exigencías eran, mayormente, pensando en los fútbolistas de Cuba, no en mí. Los jugadores llegaron y muchos me decían: estamos pasando trabajo, el viaje fue una odisea, no nos han dado de comer. El viático mío se lo tuve que dar a varios de ellos para que se sostuviesen. Entonces, el malo soy yo, por solo atreverme a decir y plantear varias inquietudes de sus compañeros. Muchas personas hablan sin saber.  

¿Esas exigencias fueron inventadas por Marcel Hernández? 

Han querido manipular, diciendo que me creo cosas o algo así, pero no, yo no puedo venir a la selección a pasar trabajo. En esa reunión con los entrenadores, todos los jugadores hablaron y  pidieron algo, hubo una lista de cosas que no la hice yo, fue petición de muchos de ellos. Fui la cara y quien lo planteó, aunque sí reconozco que varias de las que estaba en la lista yo personalmente las solicité. 

Marcel Hernández solo quería una respuesta, que se conversara y al menos dijeran, pero no se hizo,pues al parecer, no había interés. 

¿Regresarías a la selección nacional? 

Estoy dispuesto a sentarme a conversar, el problema es que nunca me dieron respuesta. No dijeron si se podían resolver las propuestas y las cosas tienen cambiar, los jugadores merecen más respeto.  

¿Cómo te gustaría que fuese el fútbol cubano? 

Primero, que cada atleta tenga sus condiciones. Cuando jugaba en Cuba tuve compañeros que me decían que no podían ir a entrenar porque no tenían leche para el niño. El jugador solo se debe dedicar a jugar y el día en que sus condiciones mejoren, todo será distinto. 

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¿Ser  jugador profesional te cambió la vida? ¿Qué otros proyectos tienes fuera del deporte? 

El principal cambio entre ser profesional y amateur son los horarios que hay que cumplir, porque si no, hay multa económica. También, necesitas una buena recuperación y estar siempre concentrado en tu carrera. En el profesionalismo se le hace ver al jugador lo importante que es, porque la prioridad es él, no el directivo. 

Como jugador profesional puedo vivir, pero sé que no es para siempre, por eso tengo otros proyectos para mantener mi economía. Tengo una empresa con dos talleres, una barbería y aspiro a seguir creciendo como empresario, pues hay que tener luz larga . Este tiempo me ha servido para estudiar y pasar varios cursos importantes, de forma paralela, hay que crecer en la vida. 

Soy muy feliz, aunque fue duro en el inicio porque estaba lejos de mi familia. S empre supe que me estaba preparando para asumir las riendas de la familia. Mi madre, gracias a Dios, vive en España, mi papá en Estados Unidos y sé que comen bien y no les falta nada. Eso me hace feliz.  

¿Te visualizas como entrenador en un futuro? 

No, y no porque no me gusté o me falte la capacidad, es que este mundo te consume mucho y ser entrenador es seguir en ese  sacrificio. 

¿Por qué ayudaste al equipo Habana FC con algunos utensilios?  

Son mis raíces y me gusta ayudar al equipo, jamás me olvido de dónde vengo.  También me unen lazos a varios entrenadores como Jainé Colomé, Vismel Castellanos y Yariel Chapotín. Cuando fui, solo pude llevarles escaleras, ligas, tacos y otras cosas para entrenar. Quise llevarles pizarras y muchas más cosas, pero no me alcanzaban los kilos en el equipaje, pero sentí que estaba haciendo algo útil. 

¿Le gustaría a Marcel Hernández retirarse en Cuba? 

Hace algún tiempo le dije a Colomé que si él seguía en el equipo, me retiraba en La Habana. Me gustaría dar mis últimos pasos allí, con mi gente. Ese equipo marcó mi vida como jugador y me sentiría útil.  

¿Cuál es el mensaje para la afición cubana?   

Que sigan luchando, que así mismo como tuvieron esa ilusión cuando fuimos campeones en 2012, deben jugar su papel. La afición debe jugar su papel y exigir las mejores atenciones para sus futbolistas, a la par, deben confiar en el sacrificio y la entrega de los jugadores. 

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Imágenes cortesía de Redes sociales de Marcel Hernández y Cartaginés