Tras su debut en 2017 en las Series Nacionales de Béisbol en Cuba, el lanzador villaclareño de 22 años, Pablo Luis Guillén Díaz, ha demostrado su talento como relevista y en ocasiones como abridor de los anaranjados.

En 2020 confirmó su efectividad encima de la lomita y como reflejo de esto, estuvieron las actuaciones con el elenco cubano sub-23, con los Azucareros y durante su incursión como profesional con Tigres de Aragua en Venezuela.

También se recuerda el no hit no run que dio frente a Argentina con los bisoños menores de 23 en el Panamericano de esa categoría.También, su promedio de carreras limpias, avales que le sirvieron para insertarse en el circuito profesional venezolano con resultados reconocidos por federativos de ese país.

El santaclareño fue llamado a preselecciones para conformar posibles equipos Cuba. Demostró empeño y temple para incluirse en la nómina del conjunto que fue al preolímpico de Florida, pero lo dejaron fuera.

Pablo Luis Guillén quiso compartir con Play-Off Magazine lo vivido en los últimos meses, desde Miami, en donde se encuentra acompañando, por un tiempo, a su padre Blas Guillén, exlanzador y árbitro de nuestro pasatiempo nacional. 

¿Qué significó jugar en la liga invernal venezolana?

Jugar en Venezuela fue la experiencia más linda que he tenido porque con solo 22 años muy pocas personas a través de la Federación Cubana de Béisbol, a no ser a Japón, habían podido salir de Cuba por los canales correspondientes y tuve esa posibilidad, con un tremendo resultado.

Los federativos del equipo de Aragua estuvieron muy contentos con mi actuación y mi familia también. Para mí fue muy satisfactorio, se aprende mucho, te educan mucho más como atleta, como profesional en lo tuyo y te pruebas en un nivel de béisbol mejor. Exigen más, cada salida tienes que aprovecharla y cuenta.

Desgraciadamente, no es como el béisbol de nosotros. Cuando eres extranjero te dejan fuera rápido, te sacan del equipo si no haces bien las cosas; es así el profesionalismo: te dejan libre y se acaba el contrato, pero gracias a Dios tuve ese final de temporada con los Tigres de Aragua que me fue superbién, como abridor y relevo.

Di un salto de ser un pícher de serie nacional a profesional y pude demostrar la calidad y el nivel que tenemos los peloteros. Hice nombre y números ahí, espero que este año me tengan en cuenta; si no se puede con los Tigres, será con cualquier otro conjunto de la liga venezolana o del Caribe.    

¿Cómo le fue al llegar a Cuba?

Al llegar a Cuba todo fue bien, ya se había acabado la Serie Nacional para mí. Estuve poco tiempo con el equipo Villa Clara ahora porque no ha empezado la preparación; siempre estuve más para la preselección del Cuba. Estuve al final con los naranjas, y con el colectivo contento, todo igual.

En Villa Clara me he ganado el respeto con mucho trabajo, dedicación y resultados, tanto nacionales como internacionales. Todos mis compañeros me quieren, me llevo bien, soy un líder positivo dentro del equipo tanto para los jóvenes como para los de más experiencia y halando siempre parejo.

Pedí permiso desde Villa Clara para que me liberaran del equipo que va a Curazao para poder venir para los Estados Unidos, pues tenía el viaje planificado con anterioridad. El INDER y la comisión se encargaron de hacer los trámites porque tenía fecha para el 18 de junio. Me dijeron que no había problemas y que cuando regresara me incorporaba. No podía dejar pasar la oportunidad de venir a ver a mi papa y mi hermana.

La familia está muy contenta. Hace poco me casé y si Dios quiere, voy a tener una niña. A mi papá hacía dos años que no lo veía. Voy a estar aquí un tiempo.      

¿Qué sensación experimentó al llegar a la preselección nacional?

La preselección nacional era algo que mi familia y yo teníamos en mente: ir a unos Juegos Olímpicos, algo de lo más grande para un deportista que ama el béisbol en Cuba. Este año tenía grandes posibilidades y me llaman a la preselección en el momento que tenía un contrato en México.

Era con el equipo que iba a Curazao que al final no se dio, en marzo. Estaba para el contrato de México y la federación cubana no me autorizó con el pasaje comprado y todo. Las razones que me dieron no fueron claras y convincentes, pero así lo decidieron.

Me dijeron que iba a participar en el preolímpico, que era de mayor interés. Me incorporé en la segunda parte cuando hacen la preselección de ese equipo y el que iría a Curazao. Entonces, vi que no estaba en la del preolímpico, no lo asimilé bien, no fueron justos porque llevaron 15 o 16 pícheres y no me tuvieron en cuenta. 

Yo quería ir al preolímpico para representar a Cuba, al final dijeron que sí y fui para ahí a ganarme un puesto y mejor no lo pude hacer cuando jugamos contra el otro conjunto que iba a Curazao. Hicieron un corte y no estaba, entonces me suben para la otra preselección.

Tuve oportunidades superreales. Yo hablaba con mi papá y le decía que me veía en ese equipo. Sabía que no me iban a dar la pelota porque no iba ni a abrir un juego de pelota, pero estaba hasta para eso. Pero, bueno, fueron cosas para no tenerme en cuenta y no llevarme al preolímpico en Miami.

¿Cómo se sintió por no haber cumplido ese sueño? 

Es algo triste porque es el sacrificio, y ese es el trabajo de uno, de nosotros. El trabajo mío es entrenar, prepararme y ganarme un puesto en el equipo Cuba. Sentía que me estaban quitando mi trabajo injustamente.

Fueron injustos, yo me merecía estar en el equipo Cuba al preolímpico por la trayectoria del año y por los resultados que tuve en esa preselección. Me he sentido mal porque uno se dice: ¿qué tengo que hacer para estar en el equipo Cuba?

Hago las cosas bien, cumplo y no se me tiene en cuenta, pero, ¡bueno!, hay que seguir peleando y trabajando duro porque yo voy a cumplir 23 años dentro de poco y quedan muchos más equipos Cuba que hacer y hay que seguir echando para adelante.

¿Qué tiene pensado ahora que está en Miami?

La prensa me ha acogido bien y a la llegada aquí unas cuantas personas se han puesto en contacto conmigo, pero todo está bien.

Yo simplemente voy a hacer lo mismo que hago, entrenar fuerte y esforzarme cada día para ser mejor persona y mejor lanzador que es lo mío, es mi trabajo. Continuar ahí que en algún momento si Dios quiere, voy a vestir las cuatro letras y representar a Cuba en un evento de empeño: un clásico mundial, un panamericano, etcétera.   

Estoy feliz, no por tocar tierra estadounidense simplemente, sino porque vengo a ver a mi padre y a conocer a mi hermanita que no la conocía. Si mi papá estuviera en cualquier otro país estuviera contentísimo también de que me estuviera esperando igual.

Aquí tengo mucha familia también, muchos amigos que me han acogido superbien y espero pasar un tiempo agradable aquí; pasarlo lo mejor que pueda y disfrutar, después regresar a Cuba donde está mi mamá y mi esposa que pronto me hará papá.      

Con relación a los contratos, por ahora no hay nada. Al principio se habló bastante para pichear en la liga de Reinosa, pero no me dejaron ir a México. Si aparece algo en ese tiempo, felicidades.

¿Cuál fue su compromiso al regreso a Cuba con el equipo Villa Clara?

En cinco series nacionales he ido superándome cada vez más. Empecé mis dos primeras como relevo, que es lo que me gusta, y siempre he sentido que tengo más efectividad y calidad, incluso, que como abridor; me ha ido muy bien también.

Por necesidad de lesiones y recuperación tuve que pasar a abridor. Mi rol en el Villa Clara está bien definido, estaré rotando entre los abridores. Hay mucha expectativa con la nueva dirección con Jova al frente, tenemos mucha confianza.

En el colectivo ninguno de los atletas que están han trabajado con él y todos hemos oído hablar de Jova y su trayectoria como mánager más laureado en Villa Clara y hay mucha fe en tener un buen resultado para la serie que viene.

Yo ratifiqué el compromiso con el equipo y que mantuvieran plena confianza en el colectivo de entrenadores y en mí, que iba a tratar de hacer lo mejor para obtener una serie y un año bueno para ayudar al conjunto.    

¿Bonito regalo recibió su papá el día de los padres con su presencia?

No hay comparación con ese regalo. El mejor regalo, sin dudas, ha sido estar juntos. Llevábamos dos años sin vernos y estamos los dos aquí. ¡No hay comparación!     

Pablo Luis Guillén y Blas Guillén
Pablo Luis Guillén y Blas Guillén

¿Cómo ha sido esa relación con su padre? 

La relación con mi papá en cuanto al deporte, cuando él arbitraba, era estresante y no era fácil. Recuerdo cuando yo era novato, durante la primera vez en que picheé con la televisión trasmitiendo en Holguín. Aquel día le di cuatro bolas al bateador Yunior Paumier y me dijo: “¡tira strike, coj…!”.  

En Granma, en mi primera serie también, estaba Denis Laza de refuerzo con los Alazanes. Lo monté en dos y cero en el noveno, a las cinco y tanto de la tarde, entre dos luces. Le tiré curva y le di deadball. Él se quitó la careta y me dijo: “No seas abusador chico, ¡cómo vas a dar pelotazo en dos y cero en un juego de pelota”!

Cada vez que voy a pichear, donde quiera que sea, en Cuba o afuera, él me hace un scouting completo de los bateadores y me dice cómo tengo que lanzarle a cada uno, lo que tengo que hacer con este, con aquel, con el que va a salir a robo. Dios me libre de que un bateador me conecte con un lanzamiento que él me diga porque todos los juegos que picheo los ve por la televisión. Si no hago lo que me dice y me dan, ¡ay, dios mío! ¡Quién lo oye después!      

“Influí mucho en él y en su desarrollo como pelotero desde que tenía 4 años de edad, creó que lo heredó todo. Él es chistoso, carismático, muy disciplinado en el entrenamiento y tiene una gran nobleza en su corazón”, confiesa emocionado sobre su muchacho.

“Una de las mayores alegrías de mi vida fue cuando viajé junto a él a un Panamericano juvenil en México. Yo iba representando a los árbitros cubanos y él como miembro del equipo Cuba. Mi sueño es verlo integrar el equipo nacional para los Juegos Olímpicos”, confiesa Blas Guillén.

Leer más en Blas Guillén, el árbitro de los dos récords inéditos en el béisbol cubano

Mi papá ha sido muy exigente para que sea el mejor. Yo soy muy competitivo, me gusta estar siempre peleando; me gusta que, en lo que yo vaya a hacer, esforzarme al máximo para tratar de estar entre los mejores. Cuando no sea de los mejores y sea un pícher más, como se dice en el argot popular, “un coge palo”, me voy para la casa, porque no me gusta ser uno más del montón.

Lo que más admiro de mi papá es la sinceridad, siempre me habla claro, con la verdad. Ahora somos tres, con la niña que nació y no anda con rodeos. Nos dice lo que cree y nos ha apoyado en todo.

¿Le gustaría probarse en la MLB?

El sueño de todo atleta es jugar al máximo nivel y todos saben que el máximo nivel es las Grandes Ligas, vamos a ver qué pasa; por ahora la meta es pasar aquí un tiempo, disfrutar, prepararme y tratar de ponerme en forma lo mejor posible y reincorporarme a Cuba.

Ojalá en algún momento, siempre lo he dicho, se puedan restablecer las relaciones de Cuba con Estados Unidos y poder llegar a un acuerdo para que nosotros los cubanos podamos jugar aquí como juegan todos los latinos y demás países del mundo. 

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Imagen cortesía de Pablo Luis Guillén