Después de dos años y 6 meses en los Estados Unidos me animé a realizar mi primera entrevista en Miami. Confieso que la rigidez de los primeros tiempos me obligó a estar alejado del oficio de la comunicación. El periodismo es algo que ya se abre y encuentra espacio en mi mente.

Miami, la otra Cuba que no muere, protege en su interior la responsabilidad de mantener viva a la cubanidad, algo que me llena de felicidad y tranquilidad. Por eso decidí llamar y hoy tengo en mi casa a Jorge Morejón.

Por sus venas, más que sangre, corren bates y guantes. Es una enciclopedia del deporte de las bolas y los strikes. Ha trabajado para los mejores medios de comunicación en Estados Unidos como ESPN, FOX Deportes y el Nuevo Herald. Pero, sobre todo, se siente responsable de Cuba, su cultura y su béisbol.

Dices que el béisbol es tu religión. ¿Cómo llega a ti?

No fui el clásico niño que nació con un bate en la mano. Hasta los ocho años no era algo que me llamara la atención. Entonces, un día del año 1973, mi papá llega a la casa con entradas para los palcos bajos del estadio Latinoamericano, para la inauguración de la Serie Nacional. En aquella época era enero, había frío y tenía puesto un pompón azul. En ese tiempo, desfilaban todos los equipos y a un señor parece que le llamó la atención mi gorro y me dio la mano. Entonces, yo le dije a mi papá que me saludó un pelotero, y mi papá me dijo: “ese es Pedro Chávez, el mánager de los Industriales”. Mi respuesta fue: “entonces, ese es mi equipo porque su director es mi amigo”. Para mí, fue algo mágico que una figura del béisbol me diera la mano.

En aquel tiempo, en los estadios vendían unos libritos con los rósteres de todos los equipos. Al mes de haber comenzado la Serie ya era capaz de saberme todos los nombres, apellidos y números de todos los peloteros. Para más mística, después de varios años, Industriales gana el campeonato. Todavía soy capaz de recordar la alineación de aquel equipo. Años después, ya como periodista, le hice la historia a Pedro Chávez y él se emocionó. Hablamos sobre como un simple gesto puede marcar tanto a una persona. Desde ese día, la pelota para mí es como el aire que respiro.

¿Jugaste pelota?

Jugué béisbol en categoría inferiores. Tuve de entrenador en el Echevarría a Ihosvany Gallego. Jugaba segunda base y mi compañero de combinación era Luis Ulacia. Era un buen estudiante. Cuando voy a pasar a la secundaria tenía la opción de entrar a la EIDE o a la Lenin y escogí la última. Sigo jugando softbol y me moriré en un terreno.

Jorge Morejón, periodista cubano
Jorge Morejón

Antes de hacer la carrera de periodismo, iniciaste Ingeniaría electro-automática y después Derecho.

Fui un buen alumno durante la primaria y la secundaria, pero en el preuniversitario me regué y no tenía el mejor promedio, entonces me tocaba o entrar en una carrera en el ITM (Instituto Técnico Militar) o pasar el Servicio Militar en Etiopía y escogí esa carrera. Pero la disciplina militar y yo no tenemos nada que ver. Siempre estaba en el calabozo de castigo y al año pedí la baja. Me mandaron para el servicio, salí a estudiar derecho, pero no me veía como jurista, lo dejé y me dije, o periodismo o nada.

¿Hiciste otro tipo de periodismo que no fuera deportivo en Cuba?

Sí. Cuando entré a estudiar periodismo, mi objetivo era dedicarme al deportivo, por dos razones. La primera, el deporte es mi pasión. La segunda, pues pensaba que era la menos susceptible a la censura en Cuba. Cuando comencé a ejercerlo me di cuenta del gran error de pensamiento que tenía porque el deporte es una de las grandes banderas de propaganda del gobierno cubano.

Así empecé a colaborar, siendo estudiante, con Tribuna de La Habana y Trabajadores. Incluso, cuando me gradué, me dieron la dirección de la página deportiva de El Habanero.

En 1993 me llega la oportunidad de trabajar en la Agencia Prensa Latina. Cuando llegué me dicen que no hay plazas para deporte. Le respondo que soy periodista en general y puedo trabajar en cualquier rama. Entré a la agencia abordando política europea, era algo que también me gustaba y que termino aportándome mucho. En 1996, antes de los Juegos Olímpicos de Atlanta, se abre un hueco en la redacción deportiva y paso a ella. Estuve ahí hasta 1998 cuando me llega la lotería de visas y vengo para Estados Unidos.

¿Aprendiste algo de periodismo en Cuba?

Aprendí en Prensa Latina. La agencia fue realmente mi escuela. El periodismo es más un oficio que una profesión y se mejora ejerciéndolo. Los cincos años que estuve ahí fueron de muchísimo aprendizaje. El que trabaje en una agencia de noticias está listo para trabajar en cualquier medio en el mundo. Además, Prensa Latina, a pesar de ser un medio del gobierno cubano, como transmite para un público internacional, su lenguaje es más neutral y menos cargado ideológicamente.

Prensa Latina daba más libertad. En aquellos años en Cuba no se podía hablar de Grandes Ligas y el único que estaba permitido que lo hiciera era yo, aunque solo eran cables para público internacional.

La única condición que siempre puse fue que si el que brillaba era un cubano, yo lo iba a poner. La respuesta fue: está bien, pero pon “el pelotero de origen cubano”.

Esto al final me ayudó mucho porque cuando llegué a Estados Unidos ya estaba desintoxicado de la pelota cubana. Cuando aterricé en plena batalla de Mark McGwire y Sammy Sosa, ya sabía quiénes eran ellos, así como Barry Bonds y Roger Clemens. Eso me permitió insertarme más rápido en los medios de Estados Unidos.

¿Siempre has trabajado en Estados Unidos como periodista?

No. Siempre está el fee de entrada que uno tiene que pagar. Trabajé en una florería, un trabajo duro. Me despidieron por heterosexual. Todos los que trabajaban ahí eran homosexuales y claro, yo traía el machismo tropical. Casualmente, el día que me despiden me avisan de El Nuevo Herald y me contratan. En la florería me pagaban seis dólares la hora y en el Herald eran 17. En Miami, en aquella época eran un gran salario.

Navegué con suerte. Llegué a los Estados Unidos en junio del 98 y en agosto de ese mismo estaba trabajando en la redacción deportiva de El Nuevo Herald.

¿Crees que el periodismo deportivo está bien remunerado?

Desde el punto de vista salarial, depende del medio. Por ejemplo, lo único que lamento es haber llegado con 34 años. Me gustaría haber llegado adolecente para dedicarme al periodismo en inglés. En inglés se paga más porque hay mucho más mercado. El periodismo hay que sentirlo, es una pasión, me ha permitido ir a eventos que si tuviera que pagarlos de mi bolsillo no hubiese podido. Muy agradecido de la profesión que escogí.

Cuando estaba en Cuba yo le decía a mi viejo: “cuando esté en Estados Unidos, cubriré una Serie Mundial en el Yankee Stadium”. Él me decía, “no sueñes, eso es muy difícil”. Yo le decía, lo haré. En el 2000 me tocó cubrir la Serie Mundial Yankees vs. Mets. Recuerdo entrar al estadio temprano, un sábado, recoger la credencial y recorrer el estadio. Fui al Monument Park a ver las placas de los inmortales y ahí sentí el espíritu de Babe Ruth que me ponía la mano en el hombro y me decía “You got it” (lo conseguiste).

De esa serie tengo una gran anécdota. Siempre me ha llamado la atención las grandes figuras a las que no se les van los humos para la cabeza. Cuando termina la Serie Mundial, al equipo campeón le ponen un pulóver y una gorra que dice World Champions. Allí estaba el Duque con dos amigos cubanos que él había invitado. En medio de la celebración, Plácido Domingo lo toca por detrás del hombro y le dice: “Duque mire, yo soy Placido Domingo”, y el Duque se viró, le hizo una reverencia, le regaló la gorra y le dijo: “ojalá, maestro, algún día pueda ir a un concierto suyo”.

Voy detrás de Plácido y le digo: “maestro, no sabía que a usted le gustaba el béisbol. Me responde que sí y que el Duque era uno de sus ídolos. Hice una crónica sobre esto y al final, decía algo más o menos así:

“Y Placido Domingo acostumbrado a codearse con la realeza europea, iba contando con orgullo que había conocido al Duque de la Habana”.

Periodista cubano Jorge Morejón y Orlando Herrnández
Periodista cubano Jorge Morejón y Orlando Herrnández

Entonces, el inglés fue una barrera para insertarte en el periodismo en ese mercado.

Hablo inglés, aunque nunca he ido a una clase. Aprendí viendo televisión, escuchando radio y el trabajo me obligó, porque tengo que traducir cables y noticias. Tenía un vecino americano que quería hablar español y yo le hablaba en inglés y ambos, entre disparates, aprendimos. Miami no ayuda porque aquí se habla mucho en español. Sí lo domino, lo hablo y lo escribo, pero no me siento preparado para ejercer el periodismo en inglés.

¿Por qué te marchaste de Cuba, por algún tema económico, político o profesional?

Fue muy político. Estaba desesperado por irme, sobre todo, cuando nació mi hija. El nacimiento de ella me hizo irme de la isla. Yo decía que mi hija no podía crecer allá. Y además tenía que irme en un lapso máximo de cinco años. Yo no quería enfrentarme al conflicto que llegaría cuando ella ingresará a la escuela primaria y la empezarán a adoctrinar. Tenía mi manera de pensar y el adoctrinamiento a los niños no sabía cómo lo iba a manejar. Fue político y familiar, porque quería que mi hija creciera en libertad. También, por causas económicas. En Cuba me buscaba la vida. El periodismo era un hobbie. Yo era taxista y guía turístico, me aprendí toda la historia de los adoquines de la Habana Vieja. Siempre hay un componente económico, pero sobre todo, muy político. Yo trabajaba en Prensa Latina y estaba en una situación de cuerda floja. Me negué a ser del Partido, y lo hice diciendo que mi posición era diametralmente opuesta a sus doctrinas. No me botaban porque era bueno como periodista, pero no me dejaban ir ni a la Isla de la Juventud.

En una entrevista mencionas que lo que te hizo crecer como periodista fue la libertad.

Sí, cuando a la hora de escribir no tienes que buscar vericuetos para burlar la censura. Cuando no tienes que usar doble sentido para expresarte y puedes hacerlo libremente, eso te hace crecer, no solo como profesional sino también como persona. La libertad ayuda a mejorar al ser humano.

¿Cuando llegas tienes que reaprender el periodismo?

Uno siempre está aprendiendo. Tuve que aprender el estilo de trabajo. Como trabajé antes en una agencia de noticia ya traía el conocimiento de la inmediatez. Pero, por el ejemplo, cuando ibas al Latino a cubrir un juego de pelota, escribías la crónica, cogías un par de frase de alguien y ya. Aquí lleva más tiempo, tienes que llegar antes, hacer una previa y algunas entrevistas. Para que te hagas una idea, al principio yo iba a cubrir un juego de pelota y hacía una o dos crónicas, después era capaz de hacer cinco o seis artículos del propio juego y sus protagonistas. Se trabajaba más, pero se aprende.

Recuerdo la primera Serie del Caribe que fui a cubrir, año 2014 en Isla Margarita, Venezuela. Era freelancer de ESPN y me pagaban 100 dólares por cada artículo y máximo cuatro a la semana, o sea 1600 al mes, era un extra que me venía muy bien. Siempre he tenido dos trabajos en los medios. Cuando fui a la primera Serie del Caribe hice 4500 dólares porque hice 45 artículos. Así es la vorágine del trabajo aquí y eso hizo que ESPN me diera un trabajo fijo.

¿Cómo llegas a ESPN?

ESPN ha sido mi otra gran escuela, llevo once años en el líder mundial en deportes.

En el 2006 estaba trabajando en FOX Deportes. Tenía un amigo boricua Mario Fraticelli que llegó junto conmigo a los Estados Unidos y trabajamos juntos en el Herald. De ahí, nos fuimos a Univisión e hicimos una gran amistad.

Un buen día me llama. Me dice que estaba en Los Ángeles siendo el jefe de Fox deportes en español y me dice que no tiene a nadie que le escribiera de béisbol y me propuso el trabajo.

En esa época, yo estaba fuera del deporte, escribía noticieros y por supuesto, acepté la propuesta. Un día veo en un periódico un Open House de ESPN. Querían entrevistar gente en Miami. Yo fui a explorar y el señor que me entrevista ve mi currículo. Me pregunta por qué quería trabajar en ESPN. Yo le digo que estaba explorando, que tenía mi trabajo en FOX, pero que ESPN era el Vaticano de los deportes. Me responde, ven mañana que el jefe vendrá. Cuando llegó al otro día, el jefe me dice que había viajado de Connecticut solo para conocerme.

Estuvimos hablando casi dos horas.  Le dije que era la mejor entrevista de trabajo que había tenido, pero que había una parte que estaba en conflicto. Mi jefe, Mario Fraticelli, antes de ser mi jefe es mi amigo y si me voy, le abriría un hueco. Ya en Fox yo hacía más cosas, no solo el béisbol. Entonces, este señor, también boricua, me pregunta si mi jefe sabe que yo había ido a la entrevista. Yo le respondo que no, porque no había tomado una decisión. Entonces, este señor me dice: “tu jefe se fue de Miami por él y por su familia” y me dijo que yo debía pensar igual. “Si el día de mañana tú trabajas para nosotros y te llega una mejor oferta, el primero que te empuja para que lo tomes soy yo”.

Quedaron en que se comunicaban conmigo. A los 15 días, me llama Mario Fraticelli desde Los Angeles. “Te estoy comunicando que renuncio y me voy para ESPN”, me dijo. Yo, con tremendo alivio, le digo que tengo que contarle algo. Me responde: “no te preocupes, yo lo sé todo y te agradezco todo lo que has hablado de mí en la entrevista. No te preocupes, que te llevó conmigo”.

Un buen día, alguien le serruchó el piso a él, y una vez él fuera, quedé vulnerable y cuando llegó la pandemia cortaron plazas y yo fui una de ellas.

Para mí fue una enorme experiencia. Yo solo cubría béisbol. Un día, en Miami, me dicen: “¿Puede usted cubrir las finales de la NBA?”.  Por supuesto que acepté. Cubrí las cuatro finales. El día del triple de Allen estaba ahí. Escribí en cada juego de cinco a seis notas. También estuve en un SuperBowl.

Como periodista, ¿qué evento que cubriste es el que más has disfrutado?

Todos tienen su historia. Por ejemplo, el momento más emocionante fue el triple de Ray Allen. No recuerdo nada igual. Me acuerdo que salí de la arena y me fui a redactar al noticiero de Univisión. Eso fue de madrugada y junto a la adrenalina, llegué que parecía que era al mediodía, sin una gota de sueño.

El otro momento fue el torneo de la Serie del Caribe en Islas Margaritas. Para mi tuvo un ingrediente único, no por la competencia, sino por el contexto. Era la primera vez que me iba a encontrar con colegas de Cuba. Algunos pensaban políticamente totalmente opuesto a mí, pero yo iba abierto al que quisiera saludarme. Para mí, tu puedes pensar como tú quieras políticamente, lo que no puede pasar es que seas mala persona. Me dio mucha alegría encontrarme con gente que no veía en mucho tiempo.

En el 2018, escribes en una columna para AméricaTV: “Estamos asistiendo a la muerte del béisbol cubano, otrora potencia de las bolas y los strikes”. ¿Puedes explicar esto teniendo en cuenta la cantidad de peloteros cubanos que hay en sistema de Grandes Ligas?

Fue una muerte lenta que comenzó en 1962 cuando se eliminó el profesionalismo. El poderío beisbolero cubano antecede al año 1959. Cuba era el campeón mundial amateur, era el rey de las Series del Caribe y era el principal emisor de peloteros extranjeros a las Grandes Ligas. El primer cubano en llegar a Las Mayores fue Estaban Bellan en 1871. Hasta el año 33, todos los latinos que llegaron a Grandes Ligas con la excepción de Luis de Castro (colombiano) fueron cubanos.

Cuba era la gran potencia del béisbol mundial luego de Estados Unidos, entonces, cuando se elimina el profesionalismo, de ese trío de ases queda el béisbol amateur, que realmente es profesional de Estado. Los peloteros en la isla estaban contratados por centros de trabajos a los que nunca iban porque realmente su profesión era jugar pelota. Se usó como bandera política propagandística.

Luego de eso, viene un periodo de 30 años donde todo el talento cubano se concentró y por eso las Series Nacionales y Selectivas tenían el nivel que tenían. Yo diría tranquilamente que era categoría triple A alta. En el 91 se abre la primera grieta y a partir de ahí comenzó la sangría.

Varios factores, primero. El desgaste de un sistema que hace mermar la calidad. Los peloteros abren los ojos y empiezan a buscar nuevos horizontes. Además, cuando se cae la URSS se acaban los subsidios y económicamente era imposible sostener el sistema deportivo cubano. Napoleón decía que para la guerra hacía falta tres cosas: Dinero, Dinero y Dinero, y ya Cuba no tenía ninguna entrada. Hemos visto como los resultados internacionales han ido siendo cada vez peor.

Ahora, realmente, la frase iba más en el camino de “se está muriendo el béisbol en Cuba, no el béisbol cubano”. La pelota es parte del ADN del cubano, por la tanto, es imposible que muera. Algo que pudiera ayudar al béisbol en la isla es algo tan sencillo como transmitir la MLB. Te aseguro que los niños se iban a identificar con los peloteros y el deporte renacerá.

Esa no es la gran solución, simplemente es un solo un paso. La gran solución para el béisbol en la isla pasa por un cambio de sistema político. Si no lo haces, seguiremos viendo menor calidad en los torneos nacionales y la actitud seguirá siendo poco profesional

El béisbol cubano tiene una salud envidiable con 170 peloteros entre Grandes Ligas y Menores, más otros 100 que están regados por el mundo en ligas profesionales. El béisbol dentro de Cuba es el que va muriendo.

Te opusiste al acuerdo FCB-MLB, ¿por qué?

Para mí era una manera de tráfico humano y explotación laboral. Las federaciones nacionales de los deportes tienen que ser independientes. Las federaciones cubanas son brazos armados del gobierno cubano, entonces, no iba existir libertad. De hecho, no todos los peloteros que estaban en Cuba iban a poder ser escogido por las organizaciones de Grandes Ligas. Entonces, había muchas cosas que demostraban lo turbio que era ese acuerdo. Cuando el presidente Donald Trump lo cancela, el deja una puerta abierta. Los peloteros tienen que ser libres para vincularse con las organizaciones de Las Mayores sin que la Federación se inmiscuya.

¿Qué piensas de la Asociación de Peloteros profesionales Cubanos?

Con más de 30 años de carrera y de haber logrado muchas cosas, pensaba que no me quedaban muchos anhelos. La Asociación me ha dado ese nuevo anhelo.

Mario Fernández, el Presidente de la Asociación, es un cubano que en un primer momento radicó en Chile. Es un empresario de cierto éxito y había fundado una liga en ese país. Lo visité cuatro veces en Chile, para ver cuestiones de esa Liga. Hicimos amistad de manera instantánea. Él venía mucho a Miami a visitar a su madre y cada vez que nos veíamos, tocábamos el tema de la necesidad de una institución que abogara ante el sindicato de Grandes Ligas por sus afiliados cubanos a participar en el Clásico Mundial de Béisbol.

No nos interesan los Panamericanos, los Olímpicos o el Premier 12. Solo el Clásico, porque es un evento de Grandes Ligas. Mario se radicó en Estados Unidos y seguimos cocinando la idea. Comenzamos a contactar expeloteros, Ariel Prieto, Oropesa, el Duque. También lo hicimos con peloteros en activos que son los más importantes. Una vez bien coordinado, lanzamos la idea el 15 de marzo y en dos meses hemos logrado pasos importes.

Es una tarea cuesta arriba. Es un proyecto elevadamente político. Yo digo que es un político vestido de pelotero. Estamos luchando contra un gobierno de 62 años, contra viento y marea. Sabemos contra lo que nos estamos enfrentando. Pero creemos que es un proyecto viable y que es un reclamo de justicia para los peloteros que han sido marginados por el régimen por tanto tiempo. Es también un regalo para el aficionado cubano, donde quiera que esté. Ver el Dream Team cubano enfrentarse al de Estados Unidos o al de Venezuela o al dominicano, es el sueño de todos

Periodista cubano Jorge Morejón y René Arocha
Periodista cubano Jorge Morejón y René Arocha.

Fuera de la política, tu reconoces a los civiles que trabajan en la Federación Cubana de Béisbol. ¿Crees que han hecho un buen trabajo para el bien del béisbol cubano y mundial?

No, cualquier entidad que base su trabajo en tronchar sueños, en marginar deportista por causas políticas, no es digna de reconocer. No solo digo esto por los que se fueron, también digo esto por aquellos que se quedaron y les dieron su vida a las series nacionales. A ellos los bajaban de los aviones por sospechas de deserción. Esto surgió mucho antes de Arocha. Le pasó a Anglada, a Julio Rojo y a muchos más. Ellos nunca pudieron hacer equipos Cuba porque eran posibles desertores. Cuando una entidad se presta para esto, pues no es una buena institución. Y sí, Cuba ganaba todos los títulos mundiales, ¿pero, contra quién? Esos títulos están ahí, pero en ese período del año 1970-1995, donde el talento natural estaba concentrado. Recordemos siempre el sustento económico que recibía el béisbol cubano por parte del Estado para después jugar con peloteros extranjeros amateur.

En los Juegos Centroamericanos del 78, el equipo amateur de Puerto Rico se tuvo que enfrentar a ese superequipo cubano, Muñoz, Casanova, Fernando Sánchez. Cuba hizo 24 carreras en un Inning. Fue una masacre.

Oropesa y Dayron Varona comentan que el pelotero cubano cuando llegaba a Estados Unidos sufría mucho. Los engañaban y los agentes se aprovechaban de ellos.

¿La Asociación debe luchar porque eso no ocurra?

Es uno de nuestros objetivos. Tenemos abogados de diferentes ramas. Queremos brindar asesoramiento a los peloteros cubanos recién llegados. Sí, es cierto, los engañan, se aprovechan, sobre todo de los primeros que llegaron. Hubo errores de todos. El sistema profesional no estaba preparado para la inserción de estos peloteros. No tenían idea de cómo colocar a Arocha cuando llegó. Todo se tuvo que acoplar.

¿Está Asociación cree que nos va a unir más como cubanos?

Este es uno de los proyectos más unificadores que se le ha presentado al pueblo cubano en más de 60 años. Tiene un alto componente político, te repito, es un regalo para el pueblo cubano, evidentemente dejando fuera al gobierno cubano. Estoy pensando en el cubano de a pie, que sale a lucharla y que se sienta en el parque central a debatir de pelota. Nosotros recibimos muchos mensajes desde la isla alentándonos.

¿Crees que a Las Mayores les interese chocar frontalmente con la FCB, teniendo en cuenta que siguen llegando peloteros cubanos a las Grandes Ligas provenientes del sistema cubano?

No. A las Grandes Ligas desde el punto de vista de negocio les conviene aceptarnos a nosotros. De aceptar, tenemos la idea para el Clásico del 2023. Por ahora queremos armar el equipo y hacer juegos de exhibición en el Marlins Park. ¿Te imaginas cuantas personas se van a quedar fuera del estadio? Tendrán que poner pantallas para los que no entren. La MLB se quedará impresionada cuando vea lo que genera económicamente un equipo de peloteros cubanos libres.

Eso de que la selección juegue en Japón pudiendo tener su sede en Miami genera muchos menos ingresos de lo que realmente se tiene en potencial. Si hay un grupo que se organiza en Miami tiene que estar Cuba porque eso garantiza la asistencia de público.

Luego, la FCB no genera peloteros, eso no genera nada. El pelotero cubano se da como la hierba.

Yo disfrutaba las derrotas del equipo Cuba, pero era más por la derrota del sistema, nada en contra de los peloteros. Cuando veía el equipo Cuba perder contra los equipitos universitarios para mí era la derrota de un sistema. Este este sueño de la Asociación sería de las pocas ocasiones en las que me sentiría orgulloso de una victoria cubana.

¿Cómo va la reunión con el comisionado de las Grandes Ligas?

Tenemos fe y un insider dentro de MLB, ahora está en New York. Están entusiasmados y nerviosos, porque es una bola de nieve que se les viene. Además, nos hemos reunido con varias figuras de la política, que son importantes, como Marco Rubio y Mario Díaz Balart. Ellos fueron claves para la caída del acuerdo FCB-MLB, y eso llegó al comisionado de MLB. La respuesta de Manfred fue “I fuking loved” (los amo). ¿Cuándo nos reunimos? Que sea lo antes posible. Ellos saben que esto es un problema de muchos años que hay que resolverlo y nosotros les traemos la solución.

El mayor aporte que he hecho a la asociación es que cuando dijimos vamos a tener la primera reunión, yo pedí que estuviera un abogado. Ellos saben colarse por los agujeros de las leyes. Al momento, los abogados que tenemos se dieron cuenta de los agujeros que tienen las leyes de la WSBC. Hemos conformado un equipo multidisciplinario. Tenemos gran empuje por diferentes vías para finalmente encontrar una solución a este problema.

¿Han tenido respuesta de los Marlins?

El 21 de mayo estuve en el Marlins Park. Aproveché y presenté una solicitud para que nos inviten a la Serie del Caribe del 2024. La Serie se va a celebrar en Miami por primera vez desde el 91. En el 90 y 91 se hizo en Miami y fue un fracaso. No existían los Marlins. Además, la composición demográfica de Miami era cubana y no nos interesaba el béisbol del resto del Caribe. Las condiciones han cambiado, pues la ciudad ya tiene muchas personas de otros lugares del Caribe.

En el 2023 será en Venezuela y como país sede se toma el derecho de invitar a Cuba de vuelta. Pero en el 2024 no creo que se invite al equipo de la Federación Cubana. Tampoco creo que ellos quisieran venir. Además, eso trae otros problemas. Y al mismo tiempo, si quieres tener éxito en este evento, debes tener un equipo cubano, y ese sería el nuestro. Los Marlins quieren que esa Serie del Caribe sea un miniclásico con los mejores peloteros del área que están en la Gran Carpa.

No hemos todavía recibido respuesta, pero tampoco es algo que ahora mismo nos apure porque todavía tenemos dos años para conseguirlo.

¿Qué consejo le das a los periodistas jóvenes cubanos que llegan a Estados Unidos?

El mismo que siempre he dado. Desintoxícate de la pelota cubana. Estudia, investiga sobre el béisbol de las Grandes Ligas. En Cuba perseguía casetes de las Series Mundiales. Aún veo gente aquí que ve la Serie Nacional. No quieren entender el sistema de la MLB y sus leyes. Que investiguen la historia para que entienden en lo que están trabajando.

Algo que te guste tanto como el béisbol.

El Rock. Soy un rockero empedernido. He visto y perseguido a mis bandas y cantantes de mi época de adolescentes. Es una de las cosas con las que más feliz y agradecido estoy de Estados Unidos.

¿Satisfecho Jorge Morejón?

Sí, muy satisfecho. Lo único que lamento es venir tarde a Estados Unidos. Llegué con 34. Hubiese preferido hacerlo con 20 años menos.  

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Imágenes cortesía de Pedro Enríquez Rodríguez Uz y Redes sociales de Jorge Morejón