Decenas de intervenciones quirúrgicas, terapia y mucha voluntad para vivir y volver a competir al más alto nivel: Ana Fidelia Quirot vivió un calvario después de un accidente casero que pudo costarle la vida, pero se recuperó para convertirse en campeona del mundo.

El 22 de enero de 1993, ya convertida en una de las grandes corredoras del mundo, sufrió un grave accidente que resultó en quemaduras de segundo y tercer grado. Allí empezaría la lucha por la vida, una dura travesía de una de las grandes figuras del atletismo cubano que implicó más de 21 intervenciones quirúrgicas para recuperar la movilidad necesaria, como contó en entrevista para este medio.

“Tuve un accidente con quemaduras de segundo y tercer grado que requería más de 21 intervenciones quirúrgicas para restaurar la movilidad necesaria, no solo para hacer actividad física, sino también para caminar”, recuerda la Tormenta del Caribe.

“Lo que me mantuvo fue una combinación de factores: primero, mi deseo innato de vivir y seguir compitiendo al más alto nivel. Además, la fortaleza física que me proporcionó el deporte fue clave. Todas las personas que me apoyaron, desde niños que me escribían cartas hasta el apoyo incondicional de mi pueblo y nuestro Comandante en Jefe (Fidel Castro), contribuyeron significativamente a mi recuperación. Fue una motivación intrínseca, y las muestras de solidaridad y preocupación de Cuba y otras partes del mundo fueron un impulso crucial. Las cartas de niños de primaria las conservo con cariño”, cuenta la exdeportista.

“La medicina cubana y el apoyo incondicional del hermano Samame Jeira, también jugaron un papel fundamental en mi recuperación. Incluso hubo comentarios negativos de personas que dudaban de mi regreso al deporte, pero tenía la confianza de que podía demostrar lo contrario. Quería quedar bien con mi pueblo, demostrar que se podía superar un grave accidente y regresar a la alta competición. Después de mi accidente, los triunfos y mejores resultados llegaron”, recuerda.

“Gané medallas en campeonatos mundiales después del accidente, mejorando incluso el color de la medalla en los Juegos Olímpicos. Para mí, es un logro increíble y no puedo pedir más a la vida”, afirma.

En el momento del accidente, tenías alrededor de 30 años. ¿Cómo fue aprender a vivir con las marcas del accidente y aceptar tu nuevo cuerpo?

En primer lugar, quiero destacar la valiosa ayuda de los psicólogos que me acompañaron, tanto el psicólogo deportivo como los profesionales del hospital. Fueron diferentes expertos que trabajaron conmigo. También recibí apoyo de psicólogos durante mi entrenamiento en Topes de Collantes.

Para mí, lo crucial no era la apariencia externa, sino valorar la vida y superar la dificultad. Aunque era un personaje público y modelaba en televisión, pude sobrellevar la situación gracias a la ayuda de estos profesionales.

Considero que lo más importante es sentirse atractivo para uno mismo. A pesar de las marcas del accidente, no dejo de ser una mujer atractiva. La aceptación de mi cuerpo se fortaleció con el tiempo, y el deporte, junto con la cirugía plástica cubana, contribuyó a la regeneración de mi piel.

Regresaste a la competición después de 10 meses, ¿cómo fue ese retorno?, ¿tenías el alta médica para competir?

Sí, los médicos me dieron el alta médica. En Cuba, tenemos el Instituto de Medicina Deportiva que controla los entrenamientos de los deportistas para determinar si están listos para competencias importantes.

Me cuidaron médicos, fisiatras y psicólogos durante mi entrenamiento, y aunque la escuela no era mi prioridad, valoraba estar viva y seguir adelante. A pesar de ser una figura pública, logré superar la situación y continuar con mi vida normal.

Ana Fidelia Quirot: «tras el accidente, me mantuvo mi deseo innato de vivir y competir»

Después de esta experiencia, ¿cuánto valoras el tema de la salud mental?, ¿cómo te ha ayudado a enfrentar situaciones difíciles?

La ayuda de los psicólogos fue fundamental. Muchas personas piensan que ir al psicólogo significa estar mentalmente desequilibrado, pero hay psicólogos para diversas situaciones.

En mi caso, trabajar con psicólogos fue esencial para sobrellevar las secuelas del accidente. Recomiendo a todos que busquen ayuda psicológica en cualquier situación de la vida.

En tu retorno a la competición, ¿cómo lidiaste con el dolor y la adaptación a tu nuevo cuerpo?

Fue un momento difícil, ya que tenía limitaciones físicas debido a las cicatrices. Tuve que esperar un año para realizar cirugías y mejorar mi movilidad. El deporte y la ayuda de fisioterapeutas fueron clave para mi recuperación.

Aunque fue doloroso, la perseverancia y el trabajo constante en mi rehabilitación hicieron que ganara flexibilidad y elasticidad.

Después de 10 meses, ¿cómo te sentiste al volver a correr?

Volver a correr fue un punto de referencia para seguir preparándome. Sentí la emoción de la competición y la satisfacción de superar las dificultades. Fue un logro significativo que marcó mi regreso y me motivó a seguir adelante.

Te realizaron 21 operaciones para recuperarte, ¿cómo fue ese proceso y cómo influyó en tu carrera?

Sí, me sometí a 21 intervenciones quirúrgicas, incluyendo trasplantes de piel. Fue un proceso necesario para recuperar la movilidad y la funcionalidad. Aunque las operaciones eran complejas, decidí someterme a ellas para poder competir nuevamente.

El deporte y la cirugía plástica contribuyeron a mi recuperación. A pesar de las dificultades, el enfoque en la salud mental y física fue clave para superar este período.

Después de tu regreso, participaste en los Mundiales de Atenas y Göteborg, ¿cómo viviste esos eventos y qué significaron para ti?

En los Mundiales de Göteborg, fui sin pronóstico y logré una medalla que pocos esperaban. Fue un momento emocionante para Cuba, y enfrenté la presión de cumplir con las expectativas.

En Atenas 97, fui con pronóstico y gané la medalla de oro, enfrentando la presión y la responsabilidad como atleta establecida. Ambos eventos fueron significativos y marcaron mi carrera.

Ana Fidelía confesó que sigue corriendo, que es algo que no puede dejar de hacer.

“Esté donde esté, siempre dedico al menos 40 minutos a la resistencia. Además, asisto regularmente a un gimnasio y practico pilates para mantenerme en buena forma. Creo, firmemente, que el deporte es clave para la salud. Observo a compañeros de mi edad que lamentablemente han fallecido prematuramente. Muchos de ellos abandonaron la actividad física, y eso me preocupa”, dice.

Además, por encima de las dificultades y de no haber obtenido una medalla de oro olímpica, se considera “feliz y satisfecha” con su carrera.

“Permanecer entre las mejores corredoras del mundo durante más de 15 años es un logro significativo y me llena de orgullo. Aprecio los resultados y las experiencias vividas durante mi carrera”, contó.

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Imagen cortesía de Getty Images
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