La Ciudad Deportiva constituye el lugar por excelencia para la práctica masiva del deporte en La Habana y la diversidad de disciplinas practicadas allí resulta algo común a la vista de cualquier persona que recorra sus instalaciones. Sin embargo, pocos pudieran pensar que encontrarían allí a samuráis cubanos con espadas más propias del cine o la cultura japonesa, que de la realidad cubana.

El Iaido es el arte marcial japonés relacionado con el manejo de la catana (espada japonesa) cuyas técnicas se centran mayormente en el momento de desenvainar o envainar dicha arma. El propósito fundamental radicaba en la defensa propia del samurái nipón en la vida cotidiana y no tanto en el campo de batalla, pues se suponía que la catana estaría desenvainada. Sus elementos técnicos se llevan a cabo mediante la realización de katas de manera individual.

En nuestro país se entrenan dos estilos en la actualidad: el Muso Jikiden Eishin-Ryu y el Muso Shinden-Ryu. El comienzo del primero en la isla data del año 1993 y, en la actualidad, el sensei César Towie preside esa escuela.

El segundo destaca por ser el que atrae la mayor cantidad de practicantes en el mundo, a pesar de ser el más joven. En la Mayor de las Antillas se encuentra desde el 2005 gracias al esfuerzo del sensei Gregorio Morales, quien hoy rige dicha escuela y funge como vicepresidente a nivel nacional, de una entidad presidida por el sensei Towie.

Samuráis cubanos en La Habana
Samuráis cubanos en La Habana.

Quizás la suerte o el destino quisieron que nos encontráramos al sensei Gregorio en la Ciudad Deportiva. Junto con otras tres personas, hacía gala de su nivel técnico y el propio maestro nos adentró un poco en sus inicios.

“Provengo del municipio camagüeyano de Florida y en el año 2005 hice contacto vía Internet con un sensei español que me hizo llegar uniformes, videos y folletos para ayudar a prepararme. Comencé entrenando solo en el patio de una iglesia y él me iba corrigiendo los errores por Internet, pues venir a Cuba se le hacía imposible por el costo de viaje”, contó.

“Me di a la tarea de buscar un maestro en Cuba y pude contactar en La Habana con el sensei Cesar Towie, quien practicaba el estilo Muso Jikiden Eishin-ryu y presidía el Iaido en el país. Después de entrenar juntos, él se negó a ser mi maestro. Si me aceptaba como estudiante, yo tendría que renunciar a mi estilo y adoptar el suyo, por lo que me sugirió que creara mi propia escuela. El Muso Shinden es el estilo mas practicado a nivel mundial y hasta ese momento no existía una escuela en Cuba”, dice.

Tras aceptar dicho consejo, él se dio a la tarea de buscar a personas que quisieran entrenar en todo el país. Su esfuerzo rindió sus frutos y la escuela se expandió, al sumar alumnos en varias provincias.

“Además del Iaido, también he practicado Karate y Aikido por muchos años, así que me di a la tarea de visitar algunas provincias donde contacté a colegas de ese arte marcial. Gracias a eso logré que se sumaran los primeros y en la actualidad tenemos escuelas en Holguín, en Camagüey -tanto en la capital provincial como en el municipio Florida-, también en Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Cienfuegos y aquí en La Habana”, detalla.

“Recientemente, acordamos con el sensei de Aikido, Rafael Urrutia, para abrir una nueva en Santa Clara. Somos aproximadamente 50 los practicantes del Muso Shinden en Cuba, sin contar los que se sumarán con la escuela de Villa Clara, unos 10”, expresa.

Algunos de los problemas que enfrentan el sensei Gregorio y sus estudiantes es la no disponibilidad de un Dojo, impedimento para concretar la parte espiritual que necesitan, así como el no contar con una federación nacional avalada por el INDER.

“Hasta ahora he tenido cierto apoyo del INDER. En una ocasión, ellos me entregaron una carta para que pudiera entrenar en la Sala Polivalente ‘Ramón Font’. Ahí estuve durante casi un año, pero a raíz de comenzar con estos estudiantes, ellos me propusieron ir para Ciudad Libertad, pues ahí tienen una escuela de jiujitsu que está avalada por el INDER. Aunque ahora está cerrada temporalmente por causa de la COVID-19 y eso nos ha obligado a entrenar en la Ciudad Deportiva.

“No cesamos en el empeño de tener nuestro propio Dojo, pues eso nos permitiría realizar los rituales con las respectivas fotos de los maestros, los inciensos, los kanjis (escrituras) de nuestra escuela, y a todo eso le rendimos culto. Eso también nos posibilitaría poder guardar los implementos ahí y no vernos en la necesidad de desplazarnos de un lugar a otro con ellos” agregó el sensei.

“De momento, no estamos avalados jurídicamente como arte marcial en Cuba, no podemos ser una Federación reconocida por el INDER y, por lo tanto, determinaron que perteneciéramos a la Escuela Cubana de Artes Marciales. No obstante, mantenemos las esperanzas de que en un futuro podamos federarnos formalmente.

“A nivel internacional el Iaido sí cuenta con una federación. Nosotros, desgraciadamente, no hemos podido contactar con ellos, pero en esa dirección vamos y ya hemos tenido la suerte de que nos han visitado maestros japoneses en el pasado”, explica.

Los samuráis deben disponer además de la katana, de un uniforme propio del Iaido. Dicha vestimenta está conformada por un hakama (pantalón), un uwabi (chaqueta) y un obi (cinturón). Todos son estos elementos son imprescindibles.

“Por obligación tenemos que trabajar con todos estos elementos, de lo contrario no seríamos capaces de que nuestra katana se mantuviera en el lugar correcto, porque es imposible hacerlo con otro tipo de vestimenta como un kimono de karate, por ejemplo, ya que la katana no podría sostenerse o incluso, podría provocar una herida si se esta trabajando con un shinken (arma afilada)”, aclara.

La adquisición de estos implementos en ocasiones se vuelve complicada y llegan por diversas vías, de lo cual nos habla Héctor Díaz, un alumno.

“Aquí no existe ninguna tienda donde podamos conseguir los implementos, uniformes y armas. Tenemos herreros en varios lugares del país que nos fabrican las catanas, pero generalmente, su precio oscila entre los 150 y 200 dólares. Con respecto al uniforme, me costó 50 dólares, pero me lo compraron en el extranjero. Si lo mando hacer aquí con una costurera me cuesta entre 20 o 25”, comenta.

A propósito del tema, el sensei Gregorio aprovechó la oportunidad para elogiar el trabajo de los herreros cubanos que se han dado a la tarea de fabricar estas armas. Las catanas hechas en la isla gozan de muy buena reputación entre los samuráis criollos y extranjeros.

“Tenemos la suerte de contar con muy buenos herreros acá en Cuba que fabrican catanas de una calidad similar a las que producen los herreros japoneses y eso claramente es algo que tenemos a nuestro favor. Prueba de ello es que cuando han venido los maestros japoneses a visitarnos se quedan impresionados. Es bueno aclarar que todos los herreros que trabajan con nosotros pertenecen a la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) y eso les permite tener la certificación legal para fabricar estas armas”, afirma.

Si hay algo de lo cual se enorgullece, es de la unidad existente entre los estudiantes de su escuela a nivel nacional. También destaca el nivel técnico alcanzado por sus discípulos, algo que se puso de manifiesto en una competencia realizada en el año 2019 con carácter nacional.

“La calidad humana que tengo es magnífica. La llamamos familia de la Muso Shinden-ryu. Siempre que hacemos algo, ya sea un evento o una actividad, todos aportan su granito de arena para que salga lo mejor posible y no solo ellos, sino también sus familias. Con respecto a la calidad técnica, tengo muy buena opinión, tanto de los practicantes como de los jueces. Prueba de eso fue la competencia que realizamos en la provincia de Camagüey en el año 2019. Ahí quedaron campeones los muchachos de Holguín, con La Habana en segundo lugar y Camagüey en tercero, pero todo se definió por detalles.

“En el 2020 íbamos a realizar una segunda competencia en la Ciudad de los Parques, pero debido a la COVID-19 nos vimos imposibilitados. Esperamos que para este año podamos realizarla, ya sea en Holguín o aquí en La Habana, que es la otra sede que se ha manejado”, explica.

Uno de los detalles que destaca del arte marcial es la riqueza espiritual que aporta. Muchos de los que hoy se mantienen con esta disciplina se confiesan enamorados totalmente de ella.

“Del Iaido te apasiona todo. En primer lugar, la cultura, porque aprendes mucho de la tradición japonesa. Después, el respeto profesado a esta arte marcial, porque no es solo respetar al sensei (maestro), sino también a la espada y a ti mismo. Esto último para evitar accidentes, porque aquí los accidentes se los provoca uno mismo al ser un deporte de kata individual. Es una disciplina muy espiritual y pasiva” comentó Héctor Díaz.

Otro que comparte este criterio es Juan Antonio Soto, el cual cataloga el Iaido como un estilo de vida, por los valores que aporta al enriquecimiento espiritual y moral.

“No importa cuán lejos esté la fuente del conocimiento, siempre hay que ir a beber de ella. Yo soy padre de familia, pero siempre trato de sacar mi tiempo, mi espacio para venir aquí. Esta es la manera que tengo de liberarme del día a día y eliminar el estrés. Un sitio para aprender, prepararme y mejorar mi calidad de vida. Las artes marciales deben entenderse como una manera espiritual de forjar la disciplina. Te fragua el alma, el espíritu, te enseña valores humanos, al tiempo que te fortalece”, definió.

El sensei Gregorio reconoce que todavía resta trabajo por hacer y camino por recorrer. Por otra parte, se siente sumamente orgulloso de lo logrado hasta el momento y del legado que deja para las próximas generaciones de samuráis en Cuba.

“Entendemos que el Iaido no es masivo. Se puede hacer más, pero al mismo tiempo me siento contento por la cantidad de practicantes que tenemos en estos momentos. El hecho de que tuve que empezar de cero y entrenando solo y ahora contar con 50 estudiantes es algo que me enorgullece, porque sé que van a mantener ese legado cuando ya no este”, manifiesta.

Aunque quizás no sea muy conocida por la población cubana, trabajando de manera silenciosa e incansable los exponentes del Iaido han ido avanzando en pos de mejorar en cuanto a cantidad y calidad.

“A la gente de Cuba y el mundo les puedo decir que los samuráis cubanos son dignos de destacar por su riqueza técnica y espiritual. Eso es algo que siempre le he señalado a los maestros japoneses, que aquí el Iaido vive y sus practicantes lo defenderán y mantendrán siempre en su esencia más pura”, concluye Gregorio.

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