A Jorge Luis “Tati” Valdés y Omar Ajete, dos de los zurdos más ilustres en la historia del béisbol cubano, los unió su calidad enorme y una hermandad como parte de la cual vivieron numerosas anécdotas, como una que aconteció cuando se dio el célebre juego entre el equipo nacional de Cuba y los Senadores de San Juan.

“El hermano mío fue Tati Valdés, me ayudó enormemente, aprendí a relevar por él, que en el equipo nacional realizaba las dos funciones. Nosotros nos llevamos bien, no había malicia, pues, por ejemplo, si Pablo en un evento no estaba bien, le dábamos ánimo”, contó Omar Ajete a este medio.  

Ambos han pasado a la historia como dos de los lanzadores zurdos de mejores resultados en la historia de la pelota cubana, además de integrar en varias ocasiones los fuertes equipos nacionales.  

Ellos estaban en el conjunto que, un primero de diciembre del 1993, enfrentó a los Senadores de San Juan (que pertenecía a Liga de Béisbol Profesional de Puerto Rico) en el estadio Hiram Bithorn.  

Fue un choque vivido con mucha pasión por miles de aficiondos. De un lado, Cuba tenía a peloteros legendarios entre los cuales estaban Omar Linares, Antonio Pacheco y Orestes Kindelán, por solo mencionar algunos.  

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Del otro lado, los Senadores contaban con Carlos Baerga, Javy López, Carmelo Martinez, José Vidro, Ryan Thompson, Edgar Martínez y Carlos Delgado, entre otros beisbolistas de renombre. 

La selección nacional cubana venía de triunfar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce 1993, pero iban a caer ante sus rivales, de forma dramática, con un jonrón que Javy López le conectó a Omar Ajete para dejarlos al campo.  

“Muchos me dicen: le tiraste recta y en ese juego ya había dos outs, pero el bateador anterior me dio hit al derecho. Pedrito Pérez, el entrenador de picheo, nos dijo a Valle y a mí: ‘a Javier López, el receptor, no le tiren rectas que es buen bateador de bolas rápidas. El lanzamiento que yo le hago fue una slider, lo que el lanzamiento no hizo nada”, recuerda el propio Ajete.  

“Más allá del resultado, aquel encuentro constituyó todo un acontecimiento en Puerto Rico. Cuando se acaba el partido, nosotros estuvimos como dos horas en el club house esperando a que los aficionados se dispersaran del estadio. Aquello fue una fiesta, había hasta cordones de policías”, recuerda.  

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Pero, además de todo lo que aconteció alredor del partido, ocurrió una anécdota que vinculó a Omar Ajete y a Tati Valdés, con un aficionado que quería comprar un guante.  

“Al llegar, todos los aficionados decían que desertáramos, incluso, hubo uno que me dio 250 dólares por mi guante, porque lo quería de recuerdo. Le dije: ‘ni loco me des de eso’. No se me olvida que Tati Valdés fue quien le vendió el guante al hombre”, cuenta el exlanzador.  

“Cuando se acabó el partido, el señor llega al hotel buscándome y yo le decía que no y Tati me dice: ‘¿qué es lo que quiere él?’. ‘Él me está diciendo de vender el guante, pero yo no quiero, porque lo tengo de reliquia’. Tati me quitó el guante, se lo dio y cogió los 250 dólares. Él cogió 100 y me dio 150, pero le dije, ‘vamos a repartir entre hermanos, coge otro poquito más’. Fue una mitad para cada uno”, contó Omar Ajete.  

El partido entre los Senadores y el equipo Cuba constituyó todo un acontencimiento que, a más de tres décadas, todavía es muy recordado.  

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Imagen cortesía de Collage