El sueño de muchos deportistas cubanos cuando son jóvenes es el de llegar a la selección nacional y poder representar a su país en eventos por todo el mundo. Conquistar la gloria, ser la estrella del conjunto, una medalla olímpica. Yaima Ortiz no era la excepción, sólo que le antecedía el legado del mejor equipo de voleibol de la historia, las Morenas del Caribe.
Lidiar con una presión, no apta para su edad, conllevaba varios riesgos, y a pesar de ello, conseguiría el bronce en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Una vez fuera de la órbita del equipo nacional, Yaima Ortiz encontraría otra pasión además del juego: la pasarela.
¿Qué tan importante fue tu crianza en un ambiente familiar deportivo, como tus padres?
Bueno, entre las anécdotas que me hacen mis padres, una es que mami tuvo que irse de viaje prácticamente acto seguido de dar a luz. No recuerdo exactamente la competencia, por lo que pasé mucho tiempo en casa de mis tíos al nacer.
Ellos eran basquebolistas, del equipo nacional, y no sé por qué, pero la mayoría de los hijos de padres basquebolistas se pasan al voleibol.
Me dicen los compañeros de equipo de mis padres que desde chiquitita como a cada uno de nosotros (hijos de padres atletas) me llevaban al tabloncillo. Me decían Amununu! Actualmente todos ellos a los que llamo tías y tíos me dicen amununu. Tuve una infancia maravillosa, rodiada de amor. Vengo de una familia muy unidad, doy gracias por eso.
Y el deporte pues cuando te toca ni aunque te quites.
Al inicio lloraba mucho, pero poco a poco entre los recuerdos de mis padres, mirando sus medallas, sus historias, y mi padrastro que siempre me decía: “tus padres fueron grandes atletas; tú tienes que crear tu carrera, esforzarte”. El también tuvo mucho impacto en mis inicios deportivos.
¿Por qué decides el voleibol?
El voleibol porque es hermoso. Femenino y fuerte a la vez. Es dinámico. Además, fue el primer deporte para el cual me escogieron en la escuela primaria . Siempre supe que no jugaría baloncesto porque hay que correr mucho.
Mi primer encuentro con este deporte fue en la secundaria, con un profesor que le decían “el piedra” y la profesora Violeta. Me gustaba mucho entrenar con los varones, tenían una dinámica diferente.
Aunque realmente, tengo que confesarlo, a mí nunca me gustó mucho el deporte. He tenido la dicha de pertenecer a las Morenas del Caribe porque estaba en mi sangre pero, si me hubiesen dado a escoger, hubiese estudiado diseño.
Esa fue una de las cosas que siempre quise hacer combinado con el deporte, y fue muy difícil. 100%.
¿En qué año entras a la preselección nacional y cómo fue ver a las Morenas del Caribe en el Cerro Pelado?
Antes de entrar a la preselección nacional pasas por el cadete y el equipo juvenil. Formé parte de la preselección nacional, si mal no recuerdo, en el 1999 o 1998, no recuerdo con exactitud.
Ver a las Morenas del Caribe era muy ispirador. Nos deleitábamos (las más jóvenes) viéndolas entrenar, aquello era de otro planeta. Esas mujeres hicieron historia. Recuerdo los 3 contra 3. Verlas en la TV y luego tenerlas tan cerca, era impresionante. Inclusive, el colectivo de entrenadores era impresionante. Te decías, yo quiero estar ahí. De verdad las admiro muchísimo a todas por todo lo que hicieron por el deporte y por llevar el voleibol cubano a la cúspide en centenares de ocasiones.
Todos los cubanos vivíamos pendientes de ese equipo. Era una belleza salvaje, porque era una mezcla entre rivalidad y ser uno. Yo quería ser parte de eso. Las atletas no éramos las únicas que veíamos su entrenamiento. Mujeres, hombres, los que trabajaban en el comedor, todos se detenían a verlas entrenar.
¿En qué año llegas al equipo nacional y cómo fue cumplir ese sueño?
En el año 2000 venían los Juegos Olímpicos de Sídney. Eugenio George nos decía: “prepárense bien que las muchachas del equipo están en las ligas y no sabemos en qué condiciones físicas regresen”. A mí me dio ilusión, (se ríe) la cual perdí muy pronto cuando regresaron las Morenas. Pese al cansancio, estaban en mejor forma que nunca, pero tuve la oportunidad de entrenar con ellas. Y sí aprendí, aprendí muchísimo.
Cuando te dan la oportunidad de compartir, interactuar con personas que sean mejores que tú deportivamente, es una bendición. No solamente era ir a los Juegos Olímpicos, ya sea recogiendo pelotas o cargando agua, estar ahí.
Y ya todos sabemos lo que pasó en Sídney 2000, cogieron su medalla de oro.
¿Cómo fue la presión de llegar al mejor equipo de voleibol de la historia?
Luego de los Juegos Olímpicos del 2000, cuando se retiran todas las grandes Morenas del Caribe, se queda el equipo con nadie prácticamente. Solo se quedan Yumilka Ruiz, Zolia Barrios, Marta Sánchez. Regla Torres estuvo un tiempo con nosostras, Marlenis Costa también nos apoyó muchísimo, pero al final, se retiran todas. Raiza O´Farrill también entrenó un tiempo, que en paz descanse, la recordaremos siempre con mucho cariño y admiración.
Para nosotras fue duro, pero para el colectivo de entrenadores que había creado un equipo súper todos estrellas y para las que quedaban, que ya tenían un nombre en el voleibol, fue un caos, empezar de cero. Perdíamos con todo el mundo.
Fuerte, fustrante en algunas ocasiones. Comprometedor. Imagínate, pero fuimos capaces de alcanzar la medalla de bronce en Atenas. A pesas de no haber jugado como hubiese querido (debido a lesiones), lo más valioso para mí es que jugué en mi equipo de ensueños, a pesar de nuestra temprana edad. Lideradas por jugadoras de más experiencia logramos ser medallistas olímpicas. Mireya Luis nos apoyó muchísimo.
Ella y Regla Torres siempre me apoyaron mucho, les estaré eternamente agradecida.
Realmente las quiero mucho a todas, cada una con sus caracteres y personalidades, pero al final pasamos más tiempo juntas que con nuestras propias familia.
Tres Morenas del Caribe describen a su entrenador Eugenio George
En una entrevista dices que el partido más triste de tu vida fue en la semifinal de Beijing 2008. ¿Por qué?¿Fue un duro golpe para el equipo?
Pues claro. Estábamos muy bien preparadas. Se le había ganado al equipo de Estados Unidos todo el año y luego perdemos con ellos el pase al oro. ¿Cómo nos sentimos anímicamente luego de eso?
Fue my desalentador, imagínate, pero es como nos decía nuestro entrenador, a los juegos se va con dos jabas, la de ganar y la de perder, y nos toco. Muy triste, era como si todo tu esfuerzo se esfumara en un segundo.
Luego de esos Juegos Olímpicos eres dada de baja del equipo nacional. ¿Crees que los motivos de tu baja fueron fundamentados? ¿Cómo te sentiste al respecto?
Yo realmente muy bien. Sabía que me quedaba muy poquito tiempo en el equipo nacional. En la reunión me explicaron que yo no podría aguantar otro ciclo olímpico producto de mis lesiones, y realmente venía arrastrando muchas con anterioridad.
Para mí realmente fue una bendición que me dieran la baja, no te puedo mentir, porque dándome la baja me fui a Chile con mi mamá, y como no podía jugar voleibol por la sanción de dos años, me puse a modelar. Tardé en recuperarme antes de volver al taraflex, pero esta vez en una liga profesional.
¿Cómo llegas al mundo de la moda y cuál ha sido tu experiencia?
Sobre la moda, siempre amé la alta costura. Amo la creación, los detalles de diseñar algo. Empecé a modelar con el gran Rubén Campos, pero hubo muchas personas que influyeron en mi carrera como modelo, como el estilista Edgardo Navarro. Una experiencia maravillosa. De ahí esparcí mi mundo creativo, entre otras cualidades.
Luego de la sanción de dos años vuelves a jugar profesional. ¿Cómo fue llevar ambas disciplinas, modelaje y voleibol a la vez?
No fue complicado. Todas las jugadoras profesional en algún momento pueden hacer publicidad. Al regresar al taraflex me enfoqué de nuevo en el voleibol, porque realmente lo que quería era nutrirme de todo lo relacionado con la moda para un día crear mi propia marca.
¿En qué proyectos te encuentras en la actualidad?
En el 2022 fundé “YO by Yaima Ortiz”. Es una marca de estilo de vida, inspirada en el mar y mis vivencias, viajes, mix de culturas, etc. YO y Ryker (mi hijo) son mis bebés. También soy Strategy Partnership de “S Revista”, una revista hispana de lujo, proyecto muy importante para mí.
¿Y la familia?
La medalla más grande de mi vida es mi bebé. Como la mayoría de nosotras, pasamos muchas dificultades para salir embarazadas. Esa es mi medalla de oro, mi nené que tiene cuatro añitos. El ser madre te cambia la perspectiva de la vida en todos los sentidos, cambia tus prioridades. Uno se vuelve más sensible, Ryker es lo más bello que me ha sucedido en la vida, al igual que el amor hacia mi familia. Es muy importante para mí estar cerca de las personas que amo. Si he logrado tanto en la vida es gracias al apoyo de mis padres, de mi esposo y de toda mi línea 1, como yo les digo.
¿Qué opinas sobre el voleibol cubano en la actualidad, específicamente en el sector femenino?
No es un secreto que todos los grandes jugadores juegan fuera de nuestra Isla. Pienso que llevará mucho tiempo volver a crear un equipo como los de antes, a pesar del arduo trabajo de las atletas y entrenadores. Pero somos una cantera y tengo mucha fe en que todo dé un vuelco y volvamos a tener equipos nacionales que sientan la satisfacción de escuchar nuestro himno al subir al podio.
¿Qué sientes al haber formado parte de las Morenas del Caribe?
Gratitud, mucha gratitud. Hacia las Morenas, los entrenadores, siento mucha gratitud. Hasta de las tías del comedor como les decíamos. Me siento bendecida por haber formado parte y vivir esa gran experiencia.
Yumilka Ruiz y Las Morenas: “merecíamos ser el mejor equipo y estar en el Salón de la Fama”
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