Bárbaro Garbey fue un pionero, un hombre que abrió la senda. El santiaguero que hizo carrera por La Habana fue el primer cubano proveniente de las Series Nacionales en jugar en Grandes Ligas, cuando debutó el 3 de abril de 1984 vistiendo el uniforme de los Tigres de Detroit.

En su carrera en Cuba, con apenas con 20 años, ganó la corona de bateo de la Serie Selectiva de 1976, y más tarde formó parte de un equipo de estrellas cubanas para el Campeonato Mundial de Colombia, junto a leyendas de nuestra pelota como Armando Capiró, Antonio Muñoz, Pedro José Rodríguez o Rey Vicente Anglada, por solo citar algunos.

Este pelotero provino de una familia de deportistas de pura cepa, de la cual se recuerdan a sus hermanos, el boxeador Rolando Garbey (campeón mundial y medallista olímpico), así como la destacada figura del atletismo Marcia Garbey.

Bárbaro Garbey solo jugó en la isla hasta 1978, con Industriales, y su carrera terminó cuando maduraba como un pelotero sólido, por un motivo que muchos recuerdan como un triste episodio del béisbol cubano. En esa época fue separado de la pelota por vender partidos, y después de 2 años, salió de Cuba por el Mariel. Tras cuatro años en las Menores, Bárbaro llegó a Grandes Ligas.

Recientemente, dio una entrevista muy sincera a Fernando Rodríguez Álvarez para su canal de YouTube Baseball & other Sports, en la cual cuenta de su ascenso y caída en la pelota de la isla; su llegada el team Cuba; la sanción por la venta de juegos, y su salida y carrera en Grandes Ligas, de la cual traemos un amplio resumen.

Bárbaro Garbey viene de una familia deportiva

Fuimos varios, como mi hermano Rolando Garbey, campeón mundial. Mi hermana Marcia Garbey, mi primo Jorge Garbey. Soy el más pequeño de mis hermanos. Nací en Santiago de Cuba y me fui para La Habana desde pequeño, con 8 o 9 años.

Casi todos mis estudios los hice en La Habana, y mi carrera deportiva empezó en Santiago de Cuba. En La Habana empecé a jugar beisbol más organizado, estuve en los equipos de centro Habana, en El Pontón. Hice las pruebas y entré a la EIDE. Todo el desarrollo del béisbol lo hice en La Habana, desde el 11 y 12 hasta la Serie.

Por ser santiaguero tenía muchos ídolos como Manuel Alarcón, Andrés Telemaco, Agustín Arias. Pero en La Habana me gustaba mucho Pedro Chávez, y traté de imitarlo, cómo bateaba, se paraba. Me gustaba su manera de jugar. Después cuando llegué a la Serie Nacional me gustaba mucho cómo jugaba Rodolfo Puentes, hubiera sido el perfecto pelotero profesional.

Para llegar a la Serie Nacional en aquel tiempo no era nada fácil. La categoría juvenil en Cuba era un béisbol de alta calidad, de ahí había que pasar a la segunda categoría, y después pasar a la primera categoría.

¿Qué pasó con el equipo de Pinar del Río en un famoso incidente en Series Nacionales?

Jugábamos fuerte, yo era un pelotero que jugaba fuerte. No solamente contra Pinar. Me deslizaba fuerte, corría duro. Hubo dos o tres ocasiones en que me deslicé en segunda base pa romper los doble play y a Alfonso Urquiola no le gustaba, tampoco a Iram Fuentes en tercera base. Ahí empezaron los problemas, empezaron ellos con ese béisbol amateur que se juega en Cuba que no se podía jugar fuerte, romper el béisbol de esa manera. Ahí empezaron los problemas míos con el equipo de Pinar del Río, no con ningún otro pelotero.

Hubo una versión que llegó a mis oídos. En una Serie que jugamos contra Pinar del Río en el Latinoamericano, le tocaba pichear a Juan Carlos Oliva y en el comedor del Latino se regó la bola de que me iba a dar un bolazo si seguía jugando de esa manera. Así fue, me dio un pelotazo, llegué a primera, me fui para segunda, me deslicé fuerte en segunda y Juan Carlos Oliva se me tiró por la espalda y empezó todo. La bronca que se formó y me suspendieron, faltando 12 juegos para terminar la Selectiva y perdí el Novato del Año. Esa es mi versión. Jugaba fuerte y a ellos no les gustaba. No tenía ningún problema con Juan Carlos Oliva, ni con Juan Castro, ni Urquiola. Jugaba como lo había aprendido a jugar.    

Siempre hubo rivalidad con los equipos de Pinar, después que empezaron a ser buenos equipos, porque al principio no lo eran. Pero después eran equipos fuertes, increíble picheo y buenos jugadores. Después de eso, me llevaba bien con Juan Carlos Oliva, hicimos equipo Cuba juntos. Después hablamos, hablé en Pinar en la última Serie que jugué en Cuba. Fueron cosas del béisbol. Las cosas que pasan en el terreno no se pueden llevar a cosas personales.

Si no hubiera pasado hubiera tenido chanche de ser el novato del año, faltaban 12 Juegos. Los equipos más flojos de picheo eran los de La Habana. Vegueros tenía como cinco o seis pícheres abridores en cualquiera de los otros equipos, en Oriente, imagínate. En Camagüey, igual. Los equipos de La Habana teníamos buenos jugadores de posición, pero en picheo era de los más débiles. En aquel tiempo los Industriales era un equipo sotanero, todos venían a barrernos.

¿Eras un bateador de fuerza?

Daba mis jonrones, pero cuando salí del béisbol de Cuba estaba madurando como pelotero. En ese tiempo estaba madurando y cuando salí me sentía como un pelotero hecho. Era un pelotero en ascenso, por eso cuando llegué aquí a Estados Unidos, que estuve fuera del béisbol, pues todavía me sentía en plenitud de facultades. Me dieron el chance, y no tuve mucho problema para ajustarme. Estaba ascendiendo todavía, alcancé mi forma óptima como pelotero, que me sentía maduro, cuando llegué a Triple AAA, en todas las Ligas Menores tuve buenos números. Estando todavía en Grandes Ligas no me sentía como un pelotero hecho, me faltaron muchas cosas por aprender, en el aspecto del profesionalismo, de jugar para el equipo, esas cosas me afectaron y por eso tuve una corta carrera en MLB.

Cuando llegué no había muchos latinos, había 7 u 8 latinos en la organización. No teníamos esa información de cómo ser un pelotero profesional, porque en Cuba jugábamos amateur. Cuando llegué tuve que aprender a jugar el béisbol de Estados Unidos sin saber hablar inglés, sin tener instructor de bateo, o coach latino que me guiara. Gracias a varios estadounidenses, que se portaron bien conmigo, les agradezco mucho. Me acogieron, ellos me acogieron. Tenía la calidad, puse buenos números, pero no tenía el profesionalismo.

Cuando empecé a ser profesional de verdad fue en México, cuando salté a esa Liga. En México, el mánager era Toni Oliva, que me enseñó que yo era mucho mejor bateador de lo que yo hacía, tenía mucha más fuerza, de la que enseñaba y tuve temporadas en que fui el MVP en México. En esa liga aprendí a ser profesional, a jugar el béisbol relajado. Tenía el swing para sacar la bola del parque, pero la consistencia de cómo mantenerlo no la sabía.

Tus mejores años en Cuba a partir de 1976, tus últimos en la isla

En el 76 fui campeón de bateo en la Selectiva. Me invitaron a la preselección del Cuba, ahí no me sacaron out. Bateé bastante. Me gané el equipo a batazos, y en ese equipo estaban todos: Capiró, Fernando Sánchez, Wilfredo, Casanova, Lourdes Gurriel. Fuimos a la Serie Mundial del 76, estuvimos Rey Vicente Anglada, Pedro Jova y yo. Me establecí, creo yo. Estuve en los próximos viajes del equipo Cuba. Lo hice bastante bien. Mi último año en Cuba jugué tercera, pero la primera que jugué como regular en Cuba fue la primera base. En Estados Unidos en Ligas Menores jugué right field, pero después que pasaron los años donde mejor me sentía era en primera.

¿No te pasó por la mente quedarte en el Tope contra peloteros de Grandes Ligas en el 77?

En aquel momento ninguno de los peloteros de cubanos quería quedarse en ningún lado. Salíamos a jugar y representábamos a Cuba, hubo muchas ofertas. Y teníamos mucha libertad, salíamos solo, no había presión, vigilancia, no teníamos interés en desertar de Cuba. Deserté por problemas que tuve, pero no me había pasado por la mente, pero las circunstancias se presentaron y tuve que aprovecharla.

El picheo de Cuba nunca fue un picheo difícil, pero yo hacía en el béisbol de Cuba lo que me daba la gana. Bateaba en Cuba cuando yo quería batear. Modestia y aparte. Si me hubiera quedado, hubiera hecho el equipo Cuba por varios años.

Después del 78, cuando los suspenden a ustedes, ¿qué hiciste?

Esos dos años trabajaba en la Finca de Los Monos, en la brigada de mantenimiento, en donde me dieron trabajo por el Inder y estuve trabajando hasta que salí de Cuba. Ganando 81 pesos. Tampoco me tiré a morir. Me decían que me iban a quitar la suspensión, pero nunca llegó ese momento. Y llegó el momento de la salida por el Mariel, y aprovechamos varios para salir y poder jugar béisbol en los Estados Unidos o en cualquier país. Salimos de Cuba a jugar béisbol. No salí de Cuba con la mira en Grandes Ligas, salí con la mira de jugar en cualquier lugar del mundo. No con la vista en Grandes Ligas. Salí con el deseo solamente de jugar béisbol. No salí porque estaba en contra del gobierno, ni por política. Me afectó, me atrasó perder esos dos años. No se me dio la oportunidad que hubiera tenido de tener dos años menos.  

De no ser lo que pasó, ¿hubieras seguido jugando pelota en Cuba como todos estos peloteros que jugaban veinte series?

Eso no se sabe, nunca se sabrá. Puesto que en el tiempo que nosotros estábamos en el equipo nacional de Cuba no teníamos esa mentalidad. La gente empezó a salir de Cuba en el tiempo de Arocha, creo salió en el 91 o 92. Ya yo hubiera posiblemente hubiera terminado en la pelota cubana en ese tiempo, es decir, yo llegué aquí en el ochenta y ya del ochenta al noventa hubieran sido unos 16 años, y en ese tiempo fue que a ellos se les empezó a abrir la mente para salir de Cuba.

Arocha fue uno de los que le abrió el camino allá a todos los que se habían quedado porque cuando yo salí Cuba todavía se pensaba mucho en el béisbol de Cuba, no había esa ambición de salir y aparte de eso, el contrato no fue un contrato ilustre. El contrato de Arocha fue realmente bastante bueno y la gente se dio cuenta de la vida que podía tener en los Estados Unidos y el béisbol que podía hacer aquí con la facilidad de tener una buena vida, porque a Arocha le dieron un contrato bueno en aquel tiempo, pero de todas formas no fue tan lucrativo como los de Céspedes, Chapman, Abreu. En el tiempo de nosotros no nos ofrecían esa millonada.

Son épocas bastante diferentes, circunstancias bastante diferentes

Sinceramente, no se puede comparar la etapa de los 90 en Cuba, que dicen que fue una etapa dura. Cuando estábamos en Cuba en los setenta todavía más o menos había un poquito más de oportunidades de qué comer y la gente hacía sus cosas por debajo de la mesa, y había un poquito de soltura con la alimentación.

Luego de ser campeón de bateo en la selectiva del 76, colarte en aquel equipo Cuba y después para todos esos eventos del 77, que fueron hitos porque enfrentaban a Grandes Ligas, en el mejor momento te suspenden. ¿Tuvieron pruebas para hacerte eso?

Sí, las pruebas las hubo. Vivíamos una etapa en Cuba que sinceramente es diferente a la que se vive ahora, que viven en los hoteles, le dan dieta, buena comida. En la época de nosotros, por ejemplo, yo estaba en el servicio militar y jugaba en la Serie Nacional ganando 7 pesos. Tenía mi familia, mi hijastra que tengo una en Cuba y una que vive aquí en Las Vegas, y era un poquitico difícil mantener a la familia con ese tipo de sueldo. No teníamos la facilidad que tienen ahora los peloteros cubanos, que les dan un sueldo un poquito más alto, duermen en hoteles.

Nosotros dormíamos debajo de las gradas, en los albergues. Nos quedábamos en el Latinoamericano en los albergues aquellos y sinceramente había necesidad, no solamente porque nosotros queríamos hacerlo, sino porque había necesidad de buscar la manera de mantener a tu familia y de la única manera que nosotros podíamos mantener a la familia era haciendo lo que hacíamos, que todo el mundo sabe lo que hacíamos.

Si usted se pone a pensar, la necesidad obliga a hacer cosas que sinceramente no están en el corazón de uno. No son cosas que uno quiere hacer y nosotros sí vendíamos los juegos y no para perder. Los equipos de nosotros eran tan buenos y teníamos tanta confianza en nuestra calidad, que decíamos que íbamos a ganar por una y ganábamos por una; decíamos que íbamos a perder por dos y perdíamos por dos; y cuando decíamos vamos a ganar, le caímos arriba a la gente.

El equipo de nosotros era tan bueno que la necesidad obligó a que nosotros cayéramos en esa falta grave. Pero éramos jóvenes que teníamos la necesidad de la diversión en el apogeo de nuestra carrera y entonces había necesidades de tratar de explotar lo que nosotros no habíamos ganado. Pero cómo lo íbamos a explotar sino teníamos la facilidad, no teníamos el dinero, no teníamos el carro ni la bicicleta ni la motocicleta para ir a los lugares que la gente en Cuba estaba acostumbrada. Simplemente, íbamos a vivir del nombre. Eso es una cosa que la gente tiene que entender el porqué nosotros lo hicimos. Llegamos aquí a Estados Unidos, se nos brindaron otras oportunidades, y todas esas ideas de hacer lo que hacíamos en Cuba con el juego de béisbol se nos quitaron porque no hay necesidad de hacerlo.

¿Es mentira que ustedes no ganaron la nacional del 78 por culpa de eso? ¿Los quisieron culpar de eso porque perdieron con Vegueros la Nacional?

Se puede decir que influyó bastante. Nosotros teníamos un equipo de Industriales que lo único que nos faltaba era picheo. El único que teníamos era Changa Mederos, abridor, y teníamos varios peloteros que estaban en el equipo Cuba. Con ese equipo no debíamos haber perdido, pero perdimos. Todo eso influyó en que la gente ahora dice que perdimos el campeonato porque estábamos en lo que estábamos, pero el equipo de Vegueros era un equipo muy bueno y sinceramente, el equipo salió de la primera serie, agarró la punta y no la perdió. Hay que darle crédito al equipo de Vegueros que tenía un equipo muy bueno también. No creo que hayamos perdido el campeonato por lo que hicimos. Vegueros nos ganó.

¿Lo hacían en el Latino nada más o lo hicieron en ese campeonato nada más?

Lo hicimos en ese campeonato y en varios. Las cosas pasaron, nosotros lo hicimos ese campeonato y lo hicimos el anterior, es decir lo veníamos haciendo por dos años

¿Era solo en el Latino?

Solamente en el latino, no hacíamos nada fuera de La Habana.

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