Vista en la distancia, la villa de Dingboche parece un charquito en el paisaje nevado, minúsculo entre la inmensidad de los picos Everest, Lhotse y Ama Dablan. Es una de esas postales que capta la curiosa retina de Yandy Núñez Martínez en su camino hacia el techo del mundo, un sendero que ya recorrió hace dos años, pero que lo seduce como la primera vez.

Además de un café decente y chocolate caliente, Dingboche ofrece una vista de lujo de los grandes picos del Himalaya. Este poblado sherpa reposa a 4.410 metros sobre el nivel del mar, y constituye uno de los últimos reductos de confort antes de llegar al Everest: una veintena de hoteles y hostales acogen a senderistas, montañistas y guías, que van aclimatándose a la altura y sus riesgos.

Es imposible llegar hasta aquí por carretera. Todo lo que encuentres en Dingboche fue traído a lomos de yak, mulas o porteadores. Por eso sorprende la existencia de un bistró tan sofisticado como el 4410, donde Yandy compartió con una auténtica leyenda de las alturas, Ang Tshering Lama, un guía de montaña, rescatista e ingeniero de amplia sonrisa, que se conoce la región al dedillo.

Bitácora al cielo: un cubano a la conquista del Everest (I)

“Será mejor que esta vez lo subas”, emplazó Ang a Yandy, entre risas. Parece un nativo más, pero se trata de una auténtica leyenda, un hombre al que no le queda pico por coronar, que ha navegado los rápidos del Gran Cañón de Colorado, y dirigió una de las más desafiantes misiones de rescate en el Everest en 2017. La “precisa” al cubano expresa, por otro lado, la confianza que le tiene…

De hecho, tras esa tertulia Yandy coronó su primera cumbre del 2023: para aclimatarse subió hasta la cima del Nangkartshang, también conocido como Nagarjuna o Nagasuna.

Jadeando, pero sonriente, el caribeño compartió un “reel” a 5.083 metros sobre el nivel del mar, luego de unas tres horas de caminata. Desde lo alto nos compartió una asombrosa vista del valle de Khumbu.

Desde lo alto, con las banderas de Cuba e Islandia sobre el corazón, Yandy confirmó que su próximo destino será la aldea de Lobuche, antesala del Campamento Base del Everest. Hasta ahora, con todo y el rigor de la caminata, ha sido más bien un paseo.

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Por supuesto que el propósito es llegar a lo alto del Everest y tomarse unos instantes para saborear el éxito, pero el camino es casi tan gratificante como el destino. El ascenso a través de comunidades como Phakding, Namche Basar y Namche Basar deja algo en el físico y el espíritu de cada aventurero, y va poniéndolo en sintonía con el entorno, cada vez más agreste, pero hermoso.

Yandy va atrapando imágenes de su avance, la gente, los animales, las cumbres… Las fotografías que compartió desde Tengbutse, donde paró para reponer fuerzas, permiten hacerse una idea de los encantos del Parque Nacional de Sagarmatha. “Estos paisajes de la región del Everest son una total belleza”, escribió.

No podían faltar las imágenes sobre el puente colgante Hillary, en camino a Namche Bazar, con sus coloridas “sutras” (banderas budistas de oración), que el viento hace vibrar.

Quienes hacen esta ruta se toman una foto cruzando el Hillary, un paseo de 140 metros de largo en una estructura que cuelga a 125 metros de altura. Abajo corre el Dudh Kosi, que significa «río de la leche» en nepalí. Arriba, un cubano no se detiene en su camino a la historia…

Bitácora al cielo: un cubano a la conquista del Everest (II)

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Imagen cortesía de The cuban mountaineer/Facebook