Hacía tiempo que esperábamos una victoria como esta. La selección masculina de voleibol de Cuba venció en la final de la Challenger Cup a Turquía y consiguió el único cupo en disputa para la Liga de Naciones 2023. Llegó el momento de esta selección, ahora sí, de topar con lo mejor del voleibol mundial.

Son las 2:15 am de la madrugada del domingo, y estoy frente al televisor. Voy a acompañar a mi selección, llevo varios años haciéndolo, y hoy, en su partido más importante, no va a ser la excepción.

Un proceso que comenzó hace alrededor de cinco años, cuando la mayoría de estos jugadores fueran plata en el mundial sub 21 y bronce en el sub 23. Desde ese momento, vimos que tenían algo especial. Comenzaron los contratos, y seguimos sus más pequeñas actuaciones en cuanta liga participasen.

Hubo otros desvelos, casi todos agridulces, como la remontada sufrida en el clasificatorio olímpico en Canadá, o la final de los Juegos Panamericanos de Lima, o los centroamericanos de Barranquilla.  A pesar de ello, seguíamos, porque en todas esas derrotas, veíamos a un grupo de jugadores aún inexpertos, que podían demostrar más, mucho más.

En el 2019 parecía que lo teníamos, pero fue una ilusión. Eslovenia, una selección mucho más madura, hecha, nos despachaba rápido en la Final de la Challenger Cup de ese año.  

Tres años después, con la pandemia del Covid 19 por medio, y de no celebrarse el torneo en ninguno de esos años, de ver como la FIVB subía a otras naciones a la VNL por conveniencia, estoy sentado a las 2:15 de la madrugada del domingo apoyando a mi selección, la favorita, la que casi todo el mundo del voleibol desea que vuelva a planos estelares.

Japoneses, italianos, polacos, y sobre todo brasileños. Es increíble todo el cariño por la selección cubana del resto del Mundo. En realidad no tanto, mucha historia hay por detrás.

Comienza el partido, y la cosa iba demasiado bien. Herrera andaba encendido, y el equipo jugaba a su ritmo cómodamente, con un marcador que parecía que habíamos bailado en el primer parcial, y así fue, 25-17.

Otra vez, Cuba muy superior, como sucedió con los checos, pero no. Ayer había que sufrir, era parte del proceso, y comenzaron los malos recibos, y no aprovechar los contrataques importantes, y yo me vine abajo porque no podía creer lo que estaba viendo. Por un momento se me olvidó que era al mejor de tres, y ya estaba haciendo catarsis. Empatados a un set por bando, quedaban dos.

Este comienza más parejo, hasta que vuelven a escena las principales armas de Cuba durante este torneo, el servicio y el bloqueo. Un quiebre espectacular de Melgarejo a finales de set, con servicio incluido, ponía delante a Cuba, y a un set del añorado cupo. Yonder dejaba defensas que eran la envidia de cualquier líbero, y con ese mismo ímpetu, comenzaron el cuarto parcial.

La cosa no era fácil, hay que tener maestría para cerrar, para terminar el trabajo y acabar con tu rival. Pero es que estos ya no son los chicos de aquellos mundiales de categorías inferiores, ni los que fueron remontados en Canadá, esta es la selección nacional de voleibol de Cuba, con una plantilla llena de estrellas y que juegan en los mejores clubes del Mundo, y como tal, reclamamos nuestro derecho de estar al lado de la élite mundial, donde realmente pertenecemos.

Finalmente, a las cinco de la mañana, me fui a la cama convencido de que el trabajo se había hecho. Esta no fue otra generación perdida, esta nos está haciendo soñar desde ya, y nos va a seguir dando alegrías. Cuba es de la Liga de Naciones de Voleibol, y lo será por mucho tiempo.

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Imagen cortesía de Norceca