El béisbol puede ser injusto a veces, pero los hombres lo son más. Eso lo tiene claro Rey Vicente Anglada, estrella que vio truncada su carrera como deportista activo, pero que se convirtió más tarde en el guía de una dinastía de los Industriales, equipo que ganó bajo su mandato tres campeonatos. A Rey solo lo supera el mítico Ramón Carneado, con cuatro coronas.

A pesar de haber sufrido la terrible experiencia de la cárcel, el “olvido”, la injusticia, Anglada encontró la felicidad en las pequeñas cosas: su familia, sus hijos, su esposa, sus Industriales. A eso se aferró y hoy reconoce lo importante que resultó para su vida haber sido pelotero, aun cuando decidió divorciarse de esta parte durante una etapa de su vida. Así y todo, su historia quedará inmortalizada más allá de los diamantes.

Rey Vicente Anglada nació y se formó en un barrio “difícil”. ¿Cómo fueron sus primeros años de vida?

Desde que nací he sido explosivo. Siempre fui de esa manera. Cuando niño era hiperactivo. Mis primeros años de vida fueron en un barrio “caliente”,  que me obligaba a ello. Siempre fui así, creo que ahora es cuando más tranquilo estoy

Mi madre para mí fue todo. Perdí a mi padre a los cinco años, es decir, ella tuvo que asumir ambos roles. Me dio una buena crianza, sobre todo me inculcó los valores que debe tener un hombre de bien: amar al prójimo, querer a su familia y tener educación. Eso lo aprendí en mi casa. En esa época mi abuela también jugó un papel importantísimo. Mi madre salía a trabajar y yo la mayoría del tiempo estaba con mi abuela y mis tíos. Vivíamos en un barrio bastante difícil y quizás por ello trataron de darme la mejor educación.

Por eso te digo que ellos me enseñaron a actuar por mi conciencia. Alguien me puede hacer un señalamiento o dar un consejo y si lo entiendo bien, pues lo acepto sin ningún tipo de problemas, pero actúo según lo que pienso.

Tal vez resulte desconocido que en su niñez mostró excelentes habilidades para el fútbol, pero el béisbol fue el deporte que lo enamoró. ¿Cómo fueron sus primeros pasos en el deporte y cómo llega a la “pelota”?

Siempre tuve inclinación por el deporte. En el barrio jugábamos a las cuatro esquinas, al taco, vivíamos a dos cuadras del Latinoamericano y eso siempre me llamó la atención. Sin embargo, el primer deporte que practiqué fue el fútbol, jugaba en una buena liga compuesta por cuatro equipos y no lo hacía mal, pero cubano al fin me incliné más por la pelota y comencé a practicarla.

Jugaba en el barrio y después vino una convocatoria para unas eliminatorias en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) y fui a ver si clasificaba. Así fue. Me presenté a la eliminatoria y entré en la escuela. A partir de ahí transité por la pirámide del alto rendimiento.

Para todo atleta resulta difícil llegar al primer nivel de un campeonato nacional. ¿Anglada fue la excepción? Coméntenos sobre el primer año que hace el grado en los Industriales

La primera vez que llego a la Serie Nacional fue en la reserva de Industriales, porque no hice el equipo. Pedro Chávez me dejó en la reserva. Él me había visto jugar en los juveniles y simpatizaba conmigo, hasta que un día me mandó para la reserva y cuando tuvo la oportunidad me subió, cuando Germán Águila se lesionó. Hice algunas incursiones como jugador de cambio, después se incorporó Germán y se lesionó Julio Soto y pude jugar un poquito más, pero cuando regresó fue lo mismo, regresé al banco.

Hasta que un día Julio Soto no jugó bien, Pedro lo sentó, me dio esa posibilidad y me quedé como regular con Industriales.

Los que vieron jugar a Rey Vicente Anglada aseguran que era un total espectáculo sobre la grama de los estadios. ¿Qué piensa cuando escucha que los aficionados asistían al Latinoamericano para verlo a usted?

Eso me lo dicen ahora y yo no me lo creo. Yo jugaba pelota porque me gustaba, la disfrutaba, amaba el béisbol. Recuerdo que yo terminaba los partidos y pensaba en los siguientes. Siempre me entregué al cien por ciento de mis posibilidades.

Ahora me entero que eso sucedía. Nunca lo creí posible, por la presencia de legendarios como Armando Capiró, Agustín Marquetti, étc. Yo no sabía ni qué cosa era un show-man. Siempre me gustó eso. Incluso hoy, cuando juego softbol, soy igual. Claro, dentro de mis posibilidades actuales, pero eso es algo que nació conmigo.

¿Qué no olvidará nunca sobre aquellos equipos Industriales?

Bien seguidos y bien perseguidos, como mismo sucede ahora. Industriales es una referencia en el béisbol cubano. Era un equipo que llenaba estadios, como los llena ahora. Muchos lo amaban y otros lo odiaban. Sabían jugar a la pelota. Técnicamente jugábamos muy bien.

¿Cuáles son las diferencias más marcadas entre el béisbol de los años 1970 y el actual?

Hoy los muchachos tienen más condiciones de vida y mejor alimentación; duermen en hoteles, nosotros dormíamos en albergues. Nosotros, dentro de las posibilidades que tenía el pueblo estábamos un poquito mejor, pero no había mucha diferencia. Ahora los muchachos han mejorado en este sentido.

La sociedad era bien diferente. Como todo cambia, el béisbol también ha cambiado. Hoy día me parece que los muchachos se entregan menos. Desgraciadamente hay que decirlo así. Lo que nosotros vivimos no tiene nada que ver con el que se juega hoy. Antes se veía más rivalidad, la gente luchaba más por la camiseta. Nos respetábamos mucho entre los jugadores. Hoy día todo es más familiar, más tranquilo. No es solo en el béisbol, sucede en otros deportes también.

En su época de jugador coincidió con muchos estelares de su deporte. ¿Qué significó para Ud. vestir los colores del equipo Cuba?

En aquella época los equipos nacionales eran de 18 peloteros, así que imagínate lo difícil que era hacer el grado, después lo subieron a 20 y fue más complicado. Llegar a la selección nacional de Cuba era un privilegio por el cual todos queríamos pasar. Representar a tu país.

Además, hoy en día salen dos, tres, cuatro equipos y hay más oportunidad. En aquella época si no caías entre los 20 tenías que esperar al otro año a ver, porque esos iban a todos lados. Entonces era un privilegio. Además, era un sacrifico total porque requería mucho esfuerzo. Cada posición tenía cuatro o cinco jugadores de calidad.

A veces te lo ganabas y desgraciadamente no ibas. Por varios motivos y los que decidían, que nada sabían de pelota, te ponían traspiés para evitar que fueras al equipo nacional. Por ejemplo, después que Bárbaro Garbey se fue yo más nunca hice equipo Cuba. Hiciera lo que hiciera, a la hora de la verdad me mandaban para la casa.

Es mi amigo y yo respeté su decisión, así como él respetó la mía. Así me lo enseñaron a mí en la casa, los amigos son amigos y yo no iba a renunciar a mi amistad con él. Lo vi el día antes de irse y tuvo la delicadeza de decirme que se iba y yo no hice más que desearle lo mejor del mundo.

Pero desgraciadamente había gente que no tenían nada que ver con el béisbol y se empeñaron en pensar por mí. Hoy día, muchos de ellos no están en Cuba, mira qué bonito.

Cuéntenos sobre su reencuentro con Bárbaro Garbey y los trámites para la contratación de peloteros en Venezuela

Lindísimo. Estuve 32 años sin ver a Barbarito. Tuve la oportunidad de ir a Estados Unidos por los 50 años de Industriales –eso fue otro rollo- y contactamos, hablamos. Él estaba trabajando en Orlando y en ese momento no podía ir a Miami. Estaba de entrenador de bateo de uno de los equipos de las Ligas Menores y yo quería ir para allá a verlo. Finalmente, nos vimos y fue tremendo, hablamos cantidad de nuestros buenos tiempos, recordamos anécdotas, etc.

Le pregunté que por qué no había venido más a Cuba y me dijo que llevaba tiempo en eso, pero no le habían dado el pasaporte y estaba en ese lío. Le dije que cuando regresara iba a contactar con su hermano Rolando y hablar el tema con quien fuera para que le entregaran su pasaporte. Estaba loco por venir.

Dio la casualidad de que le llegó su pasaporte estando él en Venezuela trabajando y me dijo que iba aprovechar la semana del juego de las estrellas para venir a Cuba. Él quería venir hablar con las autoridades de la pelota cubana para valorar la posibilidad de mandar jugadores a la liga profesional de Venezuela, pero tenía cierto temor con eso, así que fui con él.

Fuimos al Latino, hablamos con el comisionado y este nos explicó que eso había que tramitarlo con el INDER nacional, fuimos allá, ellos autorizaron la conversación y todo fluyó sin ningún tipo de problemas.

¿Cree que Anglada hubiese podido jugar en Grandes Ligas?

Eso nunca lo sabremos, pero me hubiera gustado, claro. Ese es el mejor béisbol del mundo. A quién no le gustaría estar al más alto nivel en lo que hace. Era algo que me pasaba por la cabeza, pero tenía que dejar atrás muchas cosas. Primero, dar el salto significaba irse del país y no quería dejar a mi madre. En aquel momento, cuando tú te ibas del país a tu familia la enterrabas. Hubo ofertas de buenas sumas de dinero y nunca me decidí.

Con respecto a la supuesta venta de juegos, siempre abogas por tu inocencia

Eso no lo entendí ni lo entiendo. Uno no debe vivir con rencores. Desgraciadamente, a los 29 años, cuando mejor hacía las cosas, era cuando más fácil jugaba al béisbol, me troncharon la carrera. Mi madre sufrió mucho con todo eso.

Pero, no hay nada mejor que un día tras otro y la vida me dio la oportunidad de la revancha y le he podido demostrar a aquellos que decían que yo era un corrupto, un apostador indigno que soy  todo lo contrario.

En aquel momento se veía mal que jugara como lo hacían los profesionales. Molestaba que me viera como los profesionales, pero eso hizo daño y no solo a mí porque en ese entonces los profesionales estaban como demonizados. Algo inconcebible.

Reinserción a la sociedad

Me cerraron muchas puertas, pero algo que me llamó la atención y eso es algo que agradezco muchísimo, fue el pueblo. Lejos de maltratarme o apartarme, fue todo lo contario. Mi conciencia estaba tranquila y mi familia estaba consciente de mi inocencia. Nunca me fui de aquí por eso, sino porque mi madre vivía aquí.

Quise olvidar el béisbol, llegó un momento en que ni veía ni leía nada referente al béisbol. Incluso, cuando nació mi hijo, yo no quería que jugara pelota y al principio le hice hincapié en eso, pero ya después le gustó y yo decidí no ponerle barreras.

Regreso al béisbol

Yo hice mi vida normal, trabajaba. Jugaba los sábados en ligas de veteranos y un buen día se acercaron a mi esposa para decirle que me querían dar la dirección de Industriales. Al principio no le hice swing, me parecía imposible, pero un buen día me llamaron de la provincia y me vendieron la idea de dirigir Industriales.

Lo pensé porque nunca en la vida me interesé por dirigir, mucho menos después de lo que sucedió. Nunca tuve en mi mente dirigir, de hecho, hoy por hoy no me gusta. Sentía una especie de deuda con la gente y asumí la responsabilidad de dirigir a Industriales, porque, creo que fue la manera en la que me pidieron perdón por el error que cometieron conmigo. Industriales me abrió muchas puertas y le cayó la boca a mucha gente

Cuando llegas a Industriales, el equipo venía con una gran generación que ya estaba en sus finales y después de ese primer año hubo algunos retiros ¿Cómo fue ese primer año?

Hubo momentos muy complejos, sobre todo el primer año. Complejos por muchas razones: Una, porque era la primera vez en la vida que yo dirigía. La otra, hacía veinte y tantos años que yo no tenía nada que ver con el béisbol y tercero, había jugadores que ya estaban prácticamente en el ocaso de su carrera, que eran o fueron estrellas, con su formación, su manera de ser, que en la vida real no tenía nada que ver con la formación que habíamos recibido nosotros y eso hasta cierto punto fue un choque generacional.

Se dieron esos tropiezos, pero, afortunadamente no trascendió, pero sí hubo situaciones y bueno, al año siguiente hablé con las autoridades y les planteé mi manera de pensar, que había jugadores que lejos de ayudar no le hacían bien al equipo.

Del lado de allá fue muy difícil, sobre todo los dirigentes. Entonces les dije que Industriales necesitaba una renovación y bueno accedieron, casi a regañadientes. Se lo dije a los jefes, si hay algún problema yo lo asumo, pero creo que ya no le están haciendo bien al equipo y aquí hay una generación que viene empujando, que tiene condiciones y que con ellos se puede hacer el trabajo.

Ese año se acabó de forma dramática, con el error de Enrique Díaz. ¿Cómo hiciste para recuperar un poco a Enriquito?

Es un pelotero de tremenda vergüenza deportiva. Cuando Dariel Lazo dio el jonrón, Enrique se quería ir del terreno, pero no lo permití. La afición le echa la culpa a Enriquito, pero la situación era bien incómoda para nosotros, teníamos que ganar los tres o cuatro juegos que quedaban. Además si ganábamos después teníamos que enfrentarnos a Lazo o a Contreras, alguno de esos. La situación era incómoda. Pasó lo que pasó.

Al año siguiente el equipo fue una máquina, con récord en victorias y el título, además. Con muchachos jóvenes que tenían deseos de triunfar. Después pudimos repetir el campeonato, pero no tan fácilmente, Javier Méndez se había retirado, Kendry Morales y Cañizares no pudieron seguir jugando, los cogieron en una salida ilegal en el juego 30. Pero bueno, los que quedaron asumieron y de qué manera, me sorprendieron.

¿Era importante para Ud. crear un equipo que se asemejara a su estilo de juego?

Esa manera de jugar nosotros se las inculcamos y hay que robar, correr, no importa si te meten out. Los que puedan robar lo hacen sin señas, eso los motivó, competían entre ellos por ver quién robaba más y eso ayudaba mucho al equipo.

¿Cómo es ganarle a Santiago en el Guillermón?

Fabuloso, tremendo. Siempre esa ha sido la rivalidad entre Industriales y Santiago, pero sí mucho respeto entre los jugadores. Jugábamos a matarnos, Ellos por su Santiago, nosotros por nuestra Habana, pero con mucho deseo, coraje, valor y ganar allá eso fue algo maravilloso, muy bonito, lo disfrutamos mucho. Después a ellos se les dio la posibilidad y nos ganaron.

El jonrón de José Julio en las hojas de anotación dice que es jonrón, pero todo el mundo sabe que fue foul, los santiagueros y los árbitros también. Desde donde yo estaba en el dogout me pareció mala, pero no estaba seguro y entonces le pregunté a Alden Mesa, el receptor, y me dijo que había sido foul y es cuando salgo a protestarle a Luis Felipe Casañas, dieron buena bola, pero los propios árbitros sabían que había salido la pelota.

Entonces le dije a Casañas que a ellos les  costaba trabajo cantar foul como estaba ese estadio. Fíjate sí es así que al año siguiente pusieron una varilla bien alta. En definitiva, dieron jonrón y ellos ganaron su campeonato.

¿Cómo fue la experiencia de dirigir el equipo Cuba en los diferentes torneos internacionales?

Magnífico. Buenísimas relaciones con todos los jugadores de todas las provincias. Peleaban cada juego, nunca se entregaban, daban el máximo y creo que fue uno de los últimos años que el equipo Cuba ganaba. Clasificamos con Cuba a los Juegos Olímpicos, pero perdimos el último juego con los americanos.

Quizás por ello me quitaron de director y no pude seguir con el equipo en Beijing, para mí eso fue un error, al igual que se hizo con Alfonso Urquiola en los Juegos de Sydney.  Me parece que nosotros nos merecíamos estar en la dirección del equipo nacional. A lo mejor me equivoco, pero las dos veces que Cuba perdió las Olimpiadas habían cambiado al director antes del evento. No se puede decir que Pacheco hizo un mal trabajo. Un juego lo pierde cualquiera, pero a veces cuando las cosas se hacen mal, pues salen mal.

¿Por qué te retiras?

No quería seguir, estaba cansado. No me gusta dirigir, además, dirigir en la Serie Nacional es bien sacrificado, porque no paras en tu casa, duermes en la carretera, en hoteles, no le dedicas tiempo a tu familia. Te digo más, el tercer campeonato que nosotros ganamos yo hablé con las autoridades de la provincia para no dirigir más, pero ganamos y me pidieron un año más. Luego al año siguiente quedamos en segundo lugar, así que me quedé otro año.

Se sacrifica mucho a la familia. Yo no pude llevar a mi hija todos los días a la escuela, porque no estaba aquí. Entonces, si nosotros perdíamos mi hija no quería ir a la escuela, porque le iban arriba. Entonces mi esposa y yo decidimos que era el último año y me fui.

Dirigiste en Panamá y Cuba. ¿Cuáles son las diferencias?

El torneo de Panamá es más corto, pero intenso. Se juega prácticamente todos los días con diferentes equipos porque no lo hacen por subseries. Ellos tienen una buena organización de su béisbol, sobre todo en lo que respecta juveniles y a la primera categoría. Hay que ver el interés que le ponen a los juveniles. Aquí no se ve mucho eso. Eso ellos lo disfrutan.

La otra gran diferencia está en el compromiso. Ahí te pagan por trabajar, el día que lo hagas mal traen a otro por ti y ya está. Hay más exigencia, pero menos compromiso. En Cuba hay una cosa más moral, identificación con la gente.

Regresé porque Victor dejó al equipo y las autoridades me pidieron dirigir un año porque no había más nadie y lo asumí.

Qué opinas sobre la actuación del equipo de Las Tunas, cuando perdieron aquellos juegos para “evitar a los azules en la postemporada”.

Eso está mal, pero ellos hicieron su trabajo. La responsabilidad era de nosotros. Teníamos que haber ganado antes. Quizás la manera en que lo hicieron no fue la correcta, por un problema de respeto al béisbol, pero ellos entendieron que ya habían hecho su trabajo.

Los rivales intentan evitar a Industriales, lo dicen ellos, porque verdaderamente Industriales en postemporada es casi imparable. Esa postemporada que perdimos contra Camagüey, perdimos el primer y decisivo juego. Ellos lo pelearon y así es el deporte. Pero la mayoría de los equipos tratan de huir a Industriales. Es lógico, lo entiendo.

Yo critico que ellos no hicieron por ganar en esos últimos juegos, pero eso dependía de nosotros. La gente se dio cuenta de eso, por respeto a la afición. No creo que sea correcto.

¿Qué opina sobre el presente del béisbol cubano?

Faltan muchas cosas, primero que todo, el éxodo de muchachos jóvenes. Es otra generación que piensa de otra manera, es bastante difícil de evitar. A todos les gustaría jugar Grandes Ligas, no solo por lo deportivo, sino por lo económico. Talento no falta, la prueba está en que los muchachos que se van de aquí llegan allá y lo hacen de maravilla, los cubanos en la MLB son muy respetados.

El talento existe, qué pasa, que todas las provincias quieren tener su representación y todos sabemos lo que provoca el béisbol en Cuba y las provincias no van a renunciar a sus equipos. Mientas más equipo haya, menos calidad habrá. Hay que buscar la forma de concentrar la calidad, para que cuando jueguen entre ellos no noten tanta la diferencia y los lanzadores de calidad. El cubano es pelotero, no futbolista, pero nos ponen el mejor fútbol del mundo y no así con la mejor pelota del mundo.

¿Cómo afecta la escasa divulgación de la pelota y la calidad de las Series Provinciales?

Con las Series provinciales se llenaba el Latino, hoy son muy malas. Son muy pocos juegos y no de la mejor calidad. Ahora estaban criticando que Industriales no iba a jugar la Antillana de Acero, pero ¿qué puede sacar Industriales jugando esa competencia?

Lo otro es la falta de recursos en la Provincial, por ejemplo en un momento se les ha dado trajes a los muchachos, en otro no. Eso deja mucho desear, a los árbitros se les paga poco. Hubo un momento que se jugó con pelotas sintéticas y todo eso atenta contra la calidad y el espectáculo. Todo eso atenta contra el béisbol. Hay que rescatar todo eso.

Claro, no había tanto éxodo de juveniles ni escolares, se van demasiado jóvenes. Y lamentablemente no hemos podido reunir en un mismo equipo a todos esos peloteros cubanos que juegan en ligas extranjeras, Japón, Korea, las Ligas del Caribe, la propia MLB. Conozco a varios scouts de América y te hablan maravillas de un pelotero cubano, primero, porque cuando llegan allí nada más hay que pulir algunos detalles, la formación la traen desde aquí.

A parte de eso, su grado de escolaridad juego un papel muy importante, la mayoría de esos muchachos son universitarios. Todo eso le llama la atención a los scouts, lejos de lo político y que si quieren hacer daño al país, yo creo que los scouts lo que buscan es la calidad del pelotero.

Los ojeadores no firman por firmar, porque ahí les va su prestigio. Saben que cuando  un individuo que tiene calidad eso les reporta prestigio, de lo contrario, con tal de sacar a alguien, llega un momento donde pierde cualquier credibilidad. Por eso no creo que sea por la parte política, sino por la propia calidad del pelotero cubano.

¿Cuáles son los pronósticos de Industriales para la Serie 61?

Va a salir bueno, Industriales está trabajando duro. Varios muchachos han regresado, lo han hecho bien. Casi hay dos jugadores por posiciones. Sí se puede romper la sequía de campeonatos.

¿Cuál fue el mejor pelotero que dirigió?

He dirigido a tantos peloteros buenos, que mencionar a alguien sería quedar mal con unos cuantos. Es que he tenido la suerte de dirigir a peloteros que han sido estelares, tanto en Cuba como en el exterior.

En este 2022 se cumplieron 20 años de su debut como director en Series Nacionales; así como del inicio de Kendrys Morales en los campeonatos nacionales. ¿Cómo fue la experiencia de dirigir al Novato del Año esa temporada? 

Fabulosa. Lo de Kendrys fue una locura. Cuando él estaba en la preselección no bateaba casi y un día se apareció con un toque de bola y yo le dije que él estaba aquí para hacer eso. Le expliqué que el mánager era yo y no importaba esa mala racha. Muchos dirigentes de la provincia querían mandarlo para Metropolitanos porque pesaban que iba a “embarcar” a Industriales. Les expliqué que los ponches que se diera era cosa entre él y mi persona. Espectáculo, seguimiento, calidad, jonrones, hits, jugó los noventa juegos. Aquello fue tremendo. Un día jugamos contra los Diablos Rojos, bateo y lanzó también.

¿Cuál fue el mejor equipo que dirigió?

El de los tres campeonatos, pero sobre todo el segundo campeonato, por el arrojo de esos peloteros. De un golpe perdimos tercer y cuarto bates y así y todo se alcanzó el título.

¿Consideras que el béisbol fue injusto con Anglada?

El béisbol no, los dirigentes. El béisbol no tiene la culpa de lo que hagan los hombres. No solo conmigo, sino con todos los que tuvieron ese problema. Quisiera que me recordaran como lo que soy, una persona común y corriente, industrialista a matarme, así nací y así moriré. Desde niño soñé jugar con Industriales y lo logré.

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Imagen cortesía de Hansel Leyva

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