La niña Yumileidi Cumbá abandonó su Guantánamo natal con apenas 14 años y vino a la Habana con un bolso que contenía algunas ropas y muchos sueños de convertirse en campeona. Atrás quedaban sus amigos del barrio, los juegos infantiles, su familia, y los recuerdos de una infancia feliz.

Por su físico enamoró a los entrenadores desde que estaba en la escuela primaria y pronto comenzó a mostrar sus inquietudes deportivas al participar en todo tipo de competencias infantiles, muy comunes por aquellos años de la década del 80 del pasado siglo.

«Tenía un profesor de Educación Física de apellido Terry que me llevaba a esos eventos y un día por mis condiciones me captaron para la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva) y ahí participé en los Juegos Escolares con muy buenos resultados a nivel nacional», cuenta.

«Allí me escogieron para el área de lanzamiento por mi constitución física. A pesar de que era delgada tenía buen tamaño y era fuerte. Hice también lanzamiento de la jabalina y disco. En aquellos tiempos competíamos en pentalón: bala, disco, jabalina, 60 metros con vallas y salto largo creo», agrega.

No tardaron los profesores en seleccionarla para la Escuela de Iniciación Deportiva (ESPA) con sede en la Habana y así comenzó la historia de esta «guajirita» que en plena adolescencia renunció a todos los placeres de la juventud y tomó el escabroso camino del sacrificio para buscar la gloria olímpica que alcanzaría 15 años más tarde.

«Fue complicado al principio. No es fácil irse de tu provincia con sólo 14 años, separarte de tu familia, de tus vecinos, de todo el mundo. Yo solo pensaba que iba a tener mejores resultados y que iba a participar en otros eventos importantes. Aquello fue una decisión de mis padres y de mis entrenadores, ellos pensaron que era lo mejor para mí. Cuando llegué a la Habana tuve el apoyo de mi entrenador Justo Navarro que siempre me guio por el buen camino», explica.

«Cuando uno está en esa edad no piensa en muchas cosas. Desde un principio supe cuál era mi objetivo y tuve mucho apoyo de mis padres. En la ESPA, las muchachitas, que eran mayores que yo, me ayudaron mucho al igual que los otros entrenadores. Solo pensaba que iba a mejorar, que sería una atleta de alto rendimiento y que podía representar a mi país en cualquier parte del mundo. Pasé toda mi juventud en el deporte y nunca pensé que hice mal, todo lo contrario», afirma.

Yumileidi Cumbá se hizo una especialista en la impulsión de la bala y durante su carrera de más de 20 años en la selección nacional cosechó innumerables éxitos para inscribir con letras doradas su nombre en la historia del atletismo cubano.

Yumisleidis Cumbá atleta cubana
Foto: Ricardo López Hevia

En su currículo exhibe dos campeonatos mundiales juveniles, tres Juegos Centroamericanos y cuatro citas panamericanas, en las que siempre alcanzó el podio; tres Copas Mundiales; cinco mundiales al aire libre y cuatro bajo techo; e intervino en ocho finales del circuito Grand Prix, ahora llamado Liga del Diamante. 

Su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 fue un premio invaluable a su entrega de tantos años. Aquel lanzamiento de 19.59 metros que estremeció a toda Cuba le valió para una medalla de plata histórica que en pocas horas después cambiaría de color y le daría a nuestra campeona un lugar merecido en el altar del olimpo deportivo. 

A casi 17 años de aquella gesta y con 46 años de edad, la hoy miembro del Salón de la Fama del atletismo de Centroamérica y del Caribe, Yumileidi Cumbá, conversa con Play-Off Magazine desde África sobre aquel momento y habla de sus inquietudes e insatisfacciones, de la familia que ha logrado construir, de sus sueños y de su vida en general.  

¿Tiene un sabor diferente el conseguir el oro olímpico por quedar descalificada la ocupante del primer lugar? ¿Cómo viviste ese momento en la competencia y también luego, cuando te dieron la noticia?

Todo atleta, desde niño, anhela ser campeón olímpico. Para lograrlo hay que acumular años y años de trabajo, de dedicación, y de esfuerzo. El título que logré fue un sueño hecho realidad. Primero alcancé la plata y te digo que me supo a oro, pues ganar una medalla olímpica es lo máximo para cualquiera después de tantos años de entrega, de lesiones y de sacrificios.

Después comenzaron a decir que la muchacha que ganó el oro estaba dopada y cuando me dan la noticia de que yo pasaba a ser la campeona olímpica, claro que lo disfruté, pero nada comparable al momento cuando gané la plata en la competencia. Ese instante cuando hice el lanzamiento para ganar la medalla de plata no tiene comparación.  

¿Qué hace una campeona olímpica en un lugar tan remoto como Burkina Faso?

Me preguntaron si estaba dispuesta a irme de colaboración a otro país, pero nunca me dieron a escoger ninguno. Fui con varias glorias del deporte a la Ciudad Deportiva a la firma de renovación de los contratos de colaboración deportiva con Burkina Faso que se habían detenido en 2015. Ahí me enteré de que yo era una de las colaboradoras que estaba propuesta para ir allá.

Cuando a ellos les dijeron que era campeona olímpica y le hablaron de mis resultados, quedaron encantados y enseguida mostraron su interés. Yo no sabía dónde quedaba ese país. Jamás había estado en África, solamente en Sudáfrica. Cuando llegué aquí fue que me encontré con este fenómeno del clima, del calor, de sus costumbres, y estoy haciéndolo lo mejor posible.

¿Cuál es la motivación principal para una atleta retirada cuando se decide a cumplir ese tipo de misiones en el extranjero?

Nunca tuve interés de irme de colaboración, en ningún momento tenía eso en mi mente. Siempre pensé que cuando me retirara como atleta activa me iba a quedar como entrenadora principal o ser una de las entrenadoras de cualquier categoría del equipo nacional. Las circunstancias me obligaron a salir y dejar a mi hija y mi familia y ahora estoy aquí.

Yumileidi Cumbá atletismo cubano
Yumileidi Cumbá. Foto: cortesía de la entrevistada.

¿Por qué razones nunca te vimos como entrenadora de la selección nacional?

Para mí fue algo muy triste y doloroso porque pensé que, una vez retirada del deporte activo, sería entrenadora del equipo nacional. No solamente porque era la campeona olímpica, sino porque siempre estuve trabajando. Cuando mi entrenador Justo Navarro se fue de colaboración en el 2010 le dicen que tiene que preparar a una persona para que se quede al frente y me escogió a mí. Yo vine en agosto de los Juegos Olímpicos de Beijing y en septiembre ya estaba trabajando con él. Él me dio total libertad para hacer mi trabajo siempre bajo su asesoramiento y todo estaba marchando muy bien.

Cuando se va ya estaba bastante preparada y me dejan responsable del área de bala de juveniles y mayores. En ese momento doy a luz a mi niña y estuve tres meses alejada, trabajé hasta tres días antes de parir.

Aquí no tenía plaza fija, siempre se me dijo que no había una plaza para mí, no hubo interés en conseguírmela realmente. El tiempo fue pasando y yo seguía trabajando de «prestación de servicio» y nunca me la dieron. Pasó el tiempo y nunca se me dijo cuáles eran mis funciones ahí hasta que llegó el gobierno de Yipsi Moreno, que fue la única que tuvo la intención de sentarse conmigo y decirme cuáles eran mis funciones y preguntarme qué quería hacer. Todo aquello fue muy frustrante para mí porque en realidad siempre estuve allí trabajando y nunca se me dio una plaza de entrenadora del equipo nacional.

¿Crees que el flagelo mundial del dopaje te privó de más medallas en tu carrera deportiva?

Te puedo decir que sí. No es lo mismo competir en igualdad de condiciones que hacerlo contra personas que están suministrándose sustancias prohibidas. Creo que esa fue una de las causas por la que mis resultados no fueron aun mejores. Es cierto que el evento de la bala lo han dominado los europeos y en algún tiempo los chinos, pero el tiempo ha demostrado que ese flagelo me privó de muchos resultados.

¿Cómo es la historia de que ganaste un concurso de gritos después de tu participación en los Juegos Olímpicos de Atenas?

Eso fue un concurso en Japón. Yo estaba en Cuba de vacaciones y recibí la invitación para participar en ese programa de televisión japonés que consistía en gritar, porque yo había sido una de las que había tenido los gritos más excitantes de los Juegos Olímpicos en el momento de la competencia. 

Allí fui con mi entrenador y participamos. Se trataba de un programa humorístico que televisaban los domingos y competimos seis personas de todo el mundo. Junto a mí estuvieron una cantante de ópera japonesa, un campeón de gritos de Estados Unidos, otro japonés de lucha zumo, una muchacha de Cádiz y otra lanzadora de bala de Holanda.

Fue un momento muy cómico porque sólo se trataba de gritar y te medían los decibeles. La semifinal fue muy graciosa porque nos llevaron a un zoológico y a mí me tocó gritarles a unos flamencos que estaban en un lago hasta con la cabeza debajo del agua muy tranquilos y cuando grité formaron tremendo alboroto y clasifiqué para la final.

Al final le iban a dar la medalla al campeón de gritos y el embajador de Cuba en Japón me dijo que cuando se la fueran a dar gritara fuerte y formé tremendo escándalo. Aquello fue muy cómico, todos se rieron tanto que al final gané la competencia. Eso fue una experiencia muy buena que disfruté muchísimo, algo muy bonito que me sacó de mi zona de confort pero me gustó mucho, la verdad.

¿Cuál fue el momento más triste de tu carrera deportiva?

Tuve muchos momentos tristes en mi carrera deportiva. Desde que comencé en el deporte tengo problemas con mi rodilla. Me tuve que operar en 1995 y luego otra vez en 1997. Nunca olvidaré cuando estaba entrenando para mi primer mundial. Estaba en muy buenas condiciones haciendo muy buenos lanzamientos por encima de 19 metros y en el entrenamiento me lesioné haciendo pesas en el gimnasio dos días antes de partir para la competencia, se me partió el ligamento cruzado.

Así mismo me fui para allá y participé en el mundial y apenas pude lanzar 15.88: fue el peor resultado de mi vida y la experiencia más amarga que tuve como atleta.

¿Por qué crees que en Cuba ha decaído el deporte en general y el atletismo en particular?

Esa pregunta es muy difícil de contestar porque eso es un problema multifactorial donde tiene un papel fundamental el bloqueo de los Estados Unidos. Ha sido muy fuerte y es una de las cosas que ha incidido en esto, por la escasez de implementos y esas cosas, pero para nada es la única.

Han quitado y limitado muchas cosas. En las EIDE se han reducido la cantidad de atletas. ¿Cómo se puede trabajar un evento en el que hay que desarrollar fuerza técnica y diferentes tipos de capacidades si no tenemos atletas? Así no se puede lograr grandes cosas. Tiene que haber masividad y una base sólida, sin eso en el deporte en general no pude haber resultados. Hay grandes dificultades con las captaciones y así no se puede. En el equipo nacional hay eventos que solo tienen dos o tres atletas y así no pueden competir ni desarrollarse.

¿Sientes que te dan en Cuba la atención que merece una figura como tú?

En Cuba hubo un momento en que sí hubo una muy buena atención a los atletas, sobre todo cuando estaban activos. Quizás no era la que realmente me merecía, pero pienso que era buena. Cuando tú te retiras del deporte las atenciones no tienen nada que ver con las de antes. En mi caso no se me ha dado una buena atención por todo lo que te dije, de que no tengo plaza y no puedo ser entrenadora de alto rendimiento, pero así es la vida: hay quien tiene más suerte que otro.

No soy una «figura». Soy una persona normal que tuvo en un momento determinado resultados en su especialidad. Alguien muy humilde que llegó a la élite de este deporte y aunque me dieron una casa en Guantánamo, en la Habana nunca me han dado nada. Vivo allí en un apartamento que compré y aquí estoy, luchando por mí misma por tener mejores condiciones de vida y ser una persona mejor.  

¿Te sientes realizada? ¿Qué insatisfacciones tienes a estas alturas de la vida?

Tengo muchas insatisfacciones, pero me siento realizada por lo que fui y por lo que soy. Hasta hoy, gracias a la vida, estoy muy satisfecha con los resultados que pude tener en este deporte.

Háblame de tu familia

Tengo una familia muy linda que siempre me apoyó. Mi hija es lo más grande que me ha dado la vida y este mes de marzo cumple 11 años y dejarla allá en Cuba para cumplir esta misión es lo que más me ha dolido. Me siento muy bien con mi pareja, tengo una relación con él muy linda y aunque ahora estoy lejos de todas las personas que quiero, estoy en una fase de mi vida muy bonita.

¿Qué harías diferente si regresáramos el tiempo atrás, a cuando aquella niña guantanamera fue por primera vez a un campo de entrenamiento?

Nada diferente. Si la vida me diera esa oportunidad de regresar el tiempo te aseguro que haría exactamente lo mismo: seguiría en el atletismo lanzando balas y con el sueño de ser campeona olímpica.

¿Cuáles son los sueños de Yumileidi Cumbá?

Mi sueño ahora es tratar de tener aquí, en este país, un atleta que pueda tener buenos resultados a nivel mundial. También, tratar de impregnarles a mis alumnos aquí mi estirpe, mis conocimientos, mi voluntad, mi inspiración, y sobre todo mi humildad. Quiero darle un buen futuro a mi hija y luchar porque vaya por un buen camino y sea una persona de bien.  

¿Valió la pena todos los sacrificios que hiciste en tu vida?

En todas las esferas de la vida hay que hacer grandes sacrificios para lograr grandes cosas. Esto fue lo que escogí y a lo que me he dedicado toda mi vida. A estas alturas, pienso que valió la pena. Gracias al deporte soy quien soy, tengo las amistades que tengo, he conocido el mundo.

A pesar de que estuve lejos de mi familia, he podido tener las cosas materiales y espirituales que hoy tengo. Nada de esto hubiera sido posible sin el sacrificio.

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Imágenes cortesía de Yumileidi Cumbá. Foto: cortesía de la entrevistada. y Foto: Ricardo López Hevia
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