Oscar Machado optó por quedarse en Cuba en el mejor momento de su carrera deportiva, en el que quizás hubiese logrado una firma profesional y asegurase un mejor futuro. Varios años después, las maneras de ver la vida han cambiado, por supuesto, la realidad es otra y las dificultades cada vez se agravan más.

Aunque son más las insatisfacciones que los placeres que recibe, Machado reconoce que lo más importante para él resulta el hecho de saberse querido por su gente, que reconoce en su persona a alguien humilde.

Sobre su rivalidad con un ícono de la pelota cubana después de 1959, su paso como jugador en las Series Nacionales y su rol como entrenador de un equipo histórico como Villa Clara, Oscar Machado conversó con Play-Off Magazine.

El niño que quiso ser pelotero

“Desde los ocho años comencé en la pelota en Sagua la Grande con mi entrenador José Gómez, conocido como “El látigo”, que fue además receptor de los equipos azucareros, muy buena persona y capaz. Me gustaba el atletismo, pero en aquel entonces nadie me orientó aun cuando era muy veloz. Entonces seguí los entrenamientos en el béisbol en los barrios de Villa Alegre”.

Luego Oscar Machado continuó dando sus primeros pasos en un deporte que le depararía sus mejores momentos, al mismo tiempo que las más profundas tristezas. Además, desde los diamantes, se convirtió en protagonista de una sana rivalidad con uno de los mejores peloteros nacidos en la isla: Omar Linares.

El Niño es contemporáneo conmigo y en ese tiempo él estaba en la preselección del Cuba grande. Al ocurrir aquel incidente que suspendieron a Pedro José Rodríguez y a Alberto Martínez por una divisa que traían lo nuestro tuvo adaptaciones en las posiciones”.

“Si Linares regresaba con nosotros jugaría la inicial, y si no, actuaría en la antesala, y así fue. Fuimos al Campeonato Mundial en Estadios Unidos y allí me llevé casi todos los trofeos: tercera base todas estrellas, pelotero más valioso, líder en impulsadas, anotadas y en jonrones empatado”.

Luego Machado y otros jugadores jóvenes fueron promovidos al equipo Cuba de mayores “a Pablo Miguel Abreu, Romeo, a otro pícher de Matanzas y a mí”, confiesa.

Es entonces que forma parte del conjunto a una gira por Panamá, República Dominicana y Venezuela. En esos choques, tanto Linares como Machado alternaban la defense de la esquina caliente. “Omar hasta el quinto inning y yo detrás. Lo mismo que hacía él, lo hacía yo. Lo mío era contra las cercas y jonrones. Linares era un prodigio desde niñito, jugando con 15 años y en el primer nivel”.

Tránsito a las Series Nacionales de béisbol

Al culminar esas giras, Eduardo Martín, que era el director del equipo Villa Clara, colocaba al talentoso Oscar Machado en tercera base. Sobre su primera Serie Nacional bajo el mando del avezado estratega, recuerda que jugó poco con los naranjas.

“Esa primera serie estuve de 18-3 y no jugué más nunca, él no me puso jamás. Ponía a Acebey. En la venidera campaña no jugué tampoco y así estuve como cuatro o cinco años, donde salía una o dos veces al bate”.

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Inconforme, considera que el poco desarrollo que había alcanzado antes de llegar a la Serie Nacional lo fue perdiendo por la falta de juegos. Sin embargo, cuando Luis Enrique González asumió como mentor del equipo, las cosas cambiaron un poco y pasó a defender los jardines.

“Me ponchaba bastante porque al salir de los juveniles no jugué lo suficiente para adaptarme al picheo de mayores. No existían los sub-23 para un desarrollo con la calidad de picheo que existía”.

En comparación con su etapa anterior a la categoría de mayores, Oscar Machado no tuvo muchas oportunidades en el equipo nacional. “Hubo muchos que parece que no estaban incluidos, no éramos del agrado de Miguel Valdés, que era el comisionado nacional”.

“Recuerdo que gracias al pueblo fui a un equipo nacional porque me habían dejado fuera de la preselección a pesar de mi rendimiento en 1995. Cuba entera aclamó por mí”.

“Siempre he sido una gente que no le he caído bien a muchas personas. No soy de estar pasando la mano ni adular a nadie para lograr lo que me merezco y eso se está estilando mucho”.

Oscar Machado ha tenido sus tropiezos, como cualquier otro ser humano que camine por la tierra. Pudieron haber sido menos, pero cada cual es como es, ni más ni menos. En Villa Clara, solo Víctor Mesa lo supera en cuanto a producción de cuadrangulares.

“Nunca discutí con nadie, a pesar de que quizás merecía formar parte de algún equipo. Fui fatal. La gente se equivocaba conmigo. Un día estoy jugando y cuando voy para el dogout estaba Silvio Montejo, me llama y me dice: no te conocía, me caías mal sin hablar contigo…  y se dio cuenta que no era así.

A la distancia de los años y muy a pesar de los momentos de injusticia por los que pasó, todavía yacen en sus recuerdos la etapa de aquel legendario Villa Clara de los años 90´, que con Pedro Jova como mánager dominó por varios años la pelota cubana.

Sobre todo, desde el punto de vista humano, de los hombres que hicieron posible la concreción de varios títulos de forma consecutiva, Machado reconoce que “pasará mucho tiempo para lograr un conjunto así porque existía una unidad y cohesión total desde la dirección hasta el carga bates. Todos los peloteros tenían calidad. Discutimos cinco temporadas entre primero y segundos lugares”.

Entre esos recuerdos, permanece el del jonrón que le conectase al entonces lanzador de Industriales Orlando “El Duque” Hernández durante un play off en el estadio Latinoamericano.

“Faltaron tres escalones para que se fuera por encima de la grada, cerca de la parte de arriba de la pizarra. También cuando fui el sexto bate con aquella constelación de estrellas a Italia en el 99´ y quedé jardín izquierdo todos estrellas”.

Oscar Machado
«Pasará mucho tiempo para lograr un conjunto así». Foto: Roberto Santiago.

¿Estuvo a gusto en esos años como pelotero de Villa Clara?

“Era de madre porque dormíamos en el estadio. Las literas con colchones llenos de bolas por todos lados que prácticamente ni descansabas. Los viajes largos a otras provincias con las ventanillas abiertas porque no tenían aire acondicionado las guaguas, como ahora”.

“Llegábamos a veces a comer comidas frías y sin calidad ninguna, en unas bandejas tiradas en el estadio. Había más implementos deportivos que ahora: bates de aluminio y pelotas. Había más calidad de deportistas. No sé si era porque se iban menos del país y se concentraba más los talentos”.

“Hubo cosas que pasaron. (Rolando) Arrojo había llamado y eso trajo problemas. A mí también me llamó a mi casa y hablé con él, cuando llegué a Santa Clara la Seguridad del Estado me llamó y les dije que sí había hablado, yo no veía nada malo en eso. Me obligaron a cambiar el teléfono de mi casa. No me sancionaron”.

Sus últimos años como jugador veía que el rendimiento descendía y él mismo sabía que no estaba muy bien. Quería retirarse a los 37 años, con 19 Series disputadas.

“Llegaba el momento que para levantarme por la mañana me costaba trabajo, para entrenar con las exigencias del deporte y estando Víctor Mesa como director. Era muy fuerte para que fuéramos mejores. Al final te dabas cuanta que lo que te decía era verdad, pero me fui apartando y no jugué más”.

¿Qué sucedió tras culminar la etapa de las Series Nacionales?

“Fui para la Comisión Provincial a trabajar como entrenador. Estuve en Venezuela por la misión Barrio Adentro, después en el 2016, estuve en Italia seis meses. No me han llamado más ni he salido más para nada, solo me he mantenido aquí como entrenador de bateo del Villa Clara y en la Primera Liga Élite junto a (Armando) Ferrer con los Centrales”.

“A mí me dieron una motocicleta y una casa, pero yo viví en Sagua la Grande hasta 2002 en una casa de dos plantas que me habían dado hace años, me divorcié de la madre de mi hijo y dividí la casa, la parte de arriba la dejé para mí y cerré por dentro”.

Oscar Machado estuvo, según cuenta, 19 años pidiéndole al Partido, al Gobierno y al INDER de Villa Clara una gestión de permuta para Santa Clara donde trabaja y jamás se la han dado.

“Me casé con mi actual esposa y empecé a vivir en su casa de Santa Clara. Llegó un momento que los vecinos de la planta baja en mi propiedad de Sagua me llamaron por las filtraciones de la casa. Tuve que vender el apartamento mío en solo 3 mil CUC, me obligaron casi a regalarlo. Todo el mundo ha sabido mi problema y nadie ha hecho nada por mí, se han hecho otros movimientos”.

En cuanto a sus ingresos, por el hecho de ser campeón mundial recibe 3 mil pesos y tanto además de su salario como entrenador del primer equipo, que no pasa de tres mil 500. “Tengo que moverme a veces para atender lo de la casa porque estaba en cero: lo que gano no me alcanza para nada”.

No es el único. “Como el caso mío casi todos los atletas están así porque un cartón de huevos cuesta mil 500 ¿Cuánto me queda?… Si esto no cambia van a seguir yéndose peloteros y gente del país. Se está viviendo muy apretado. Cobras cinco mil pesos, te compras un pedacito de puerco y qué vas a comer el resto del mes”.

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La visión de un entrenador…

“Hoy en día entiendo cosas que cuando era atleta no las entendía ni veía. Ahora del lado de acá es diferente y se lo explico a los muchachos. Todo tiene una razón. Por ejemplo, hay un grave problema para impulsar carreras porque no se preparan las mentes a lo que pueda ocurrir. Hay que ir al juego de pelota con una mentalidad creada, no en blanco”.

“Si el bateador se va a enfrentar a un lanzador con corredores en circulación tiene que valorar cómo pudiera picharle para buscar su bola en la zona más cómoda. Cuando entran de la puerta hacia adentro todo tiene que ser pelota, lo externo no lo pueden ligar porque invade la mente”.

“Estamos llenos de problemas personales, pero si estas tienes que mantener el cien por ciento de concentración. Los muchachos de hoy se entretienen demasiado con los celulares y en vez de estar pensando en estudiar a un pícher o bateador están en eso. Tiene que existir comunicación entre los peloteros regulares y los del banco. Pueden ayudarse unos a los otros como conjunto”.

“Otra cosa es que veo a muchachos que ingresan en la Universidad del Deporte solamente porque le gusta la pelota, pero no la jugaron en su vida. Cuando se gradúan los insertan en la EIDE y áreas determinadas, pero no saben demostrar siquiera un swing ¿Qué le puede enseñar alguien que no sabe ni pararse en home a un pelotero en formación o ya de Serie Nacional?”

“Aprobaron, pero la práctica en los deportes y las vivencias son necesarias para enseñar técnicas porque si no deformas en vez de formar. El profesor es un espejo para los atletas. Todo eso ha influido mucho en que la pelota tenga tantos problemas. La Serie Nacional no es para quitar problemas en un campeonato, sino para repasar y prepararse”.

“Lo demás es que los mejores talentos desde tempranas edades los están observando y se van del país. Las generaciones que se quedan tienen que ver cambios del sistema por los problemas económicos, sino fuera así la gente no se fuera porque Cuba les gusta a todos los cubanos”.

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Pasado y el presente

Oscar Machado estuvo dos veces en Estados Unidos, primero con los juveniles y luego durante el tope entre el representativo cubano y los Orioles de Baltimore, de las Grandes Ligas. Sin embargo, nunca trató de quedarse para buscar una firma o jugar profesional, algo que, quizás en esta época, hubiera sido diferente.

“Nunca me propusieron nada para quedarme en el extranjero. Creo que actualmente la familia me hubiera inculcado irme para mejorar. No por un problema político, sino económico y para el desarrollo de uno como atleta. Me hubiera gustado jugar en la MLB como mayor nivel del mundo en el béisbol”.

Convencido, optó por quedarse en Cuba, aunque no critica a quien se va. “Todo el que se pueda ir para una mejoría de vida y de familia no es criticable. El mundo ha evolucionado y las necesidades no se cubren”.

“Uno no puede estar gastando energía aquí y comerte un pan con aceite de merienda ¿Cómo van a recuperar las energías? La vida está difícil, pero así no se puede. En mi etapa había yogurt, pan con jamón, con mortadela y otras variedades, pero ahora no existe eso”.

“Por ejemplo, aquí a la provincia se trajo una máquina de bateo que tira seis lanzamientos y no se ha podido utilizarla porque no hay pelotas, se está poniendo obsoleta. No se puede mejorar la reacción del swing y por eso a veces vemos que no se adaptan a un picheo de más de 90 millas”.

¿Contento con su carrera?

“Esos años de atleta recuerdo que el estadio Sandino se repletaba. Los píchers no podían calentar en el bullpen de la cantidad de personas que se aglomeraban. No nos dejaban caminar casi en las calles. Nunca le di la espalda a la afición. Las mujeres venían por montones, era un fenómeno que había que tener cuidado por el fanatismo”.

“Soy una gente que el pueblo acepta. Se me acercan y les doy respuestas de las cosas hasta donde puedo. Me llevo bien con todo el mundo. Es agradable que la gente te reconozca y no piense que eres un pesado ni antipático”.

“Es bueno ser lo más humilde posible para que te tengan afecto. Puedes haber sido lo máximo, pero si no caes bien en la sociedad vas a tener más gente en contra, hasta los niños, que a favor”.

Tengo insatisfacciones. Las atenciones a los atletas son muy malas. Soy de Sagua la Grande, voy poco, pero me reúno con amigos. No soy hijo ilustre de mi municipio natal, aunque fui campeón mundial representándolos como “La pantera de Villa Alegre” a donde quiera que he ido”.

“Que me recuerden como un pelotero humilde. Una gente de pueblo, por eso tengo las puertas abiertas en muchos lugares y, sobre todo, respeto”.

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Imagen cortesía de Roberto Santiago
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