Ver lanzar a Yadel Martí en el Estadio “Latinoamericano” resultó una de las experiencias más gratificantes de mi niñez. Las hazañas de aquel ídolo se escapan ahora de la memoria. Solo videos de archivo descargados de Youtube permiten recordar aquellos lejanos días. Mucho tiempo ha pasado desde que no supe nada más de aquel pícher que llevaba una brizna de hierba en la boca, protagonista de espectaculares momentos encima del montículo.

El líder del staff de un equipo Industriales legendario, sobre todo en los primeros años de este siglo. Tras su salida de Cuba hubo de esperar nueve angustiosos años antes de regresar nuevamente a compartir con los suyos. Sin embargo, se considera un hombre feliz. Siente que la vida lo ha premiado y, aún en la distancia, siente un afecto tremendo por esta Isla.

Hablemos de pelota

Para Yadel Martí Carillo el béisbol era todo. Su día a día transcurría entre discusiones de pelota o juegos en el barrio.

«Mi familia siempre fue muy pelotera y me inculcaron eso, empezando por muchos que ya no están con vida y mi papá, que desde pequeño puso en mis manos el primer bate, guante y pelota. Con nueve años llegué a la Unidad Militar donde comencé mi carrera junto a los maestros Fermín Matos, Andrés García y otros como Ramón Cairo, Dagoberto y Rafael Milanés. A ellos les agradezco todo lo que soy. De verdad que tengo muy buenos recuerdos de aquellos días.

«Las condiciones para entrenar eran las que había. En ocasiones con limitantes por cosas que ni sabíamos, pero existía lo necesario para estar a gusto y preocuparse por dar el cien por ciento y demostrar el talento en cada instante que se diera la oportunidad. Nada impedía a uno aspirar al sueño de todo niño cubano: militar en cualquier equipo de la Serie Nacional. Los entrenamientos se realizaban con mucha dedicación porque era la única manera de desarrollar nuestras habilidades y alcanzar tan anhelada meta», recuerda.

Yadel Martí Yasser Gomez y otros jugadors de Industriales
Yadel Martí, Yasser Gómez y otros jugadores de Industriales.

Yadel Martí formó parte de los conjuntos representativos de la capital: Metropolitanos e Industriales; pero fue con los leones donde fraguó su leyenda e inmortalizó su característico número 90 en las diez Series Nacionales que participó. «De mis principales resultados en Cuba, los más preciados para mí fueron esos tres campeonatos (2003,2004 y 2006) donde pudimos disfrutar del título y dar el alegrón a la afición azul. Aunque, igualmente me regocija el recuerdo de todo por lo que pasé a lo largo de mi carrera en los dos equipos de la capital».

«En el ámbito internacional, disfruté todos los eventos, pero sin dudas el Primer Clásico Mundial del 2006, donde obtuvimos ese tan memorable segundo lugar y en lo personal tuve muy buena participación, aquello marcó mi carrera deportiva. Sin mis compañeros nada de eso hubiese sido posible, a ellos le doy mil gracias por su camaradería y unidad para así poner en alto el béisbol cubano en aquellos días gloriosos», dice.

Otros tiempos y el mismo béisbol

Por momentos, la pelota cubana parece estancada en el tiempo, sumergida en una vorágine de negatividad que solo lacera el amor de los que, a pesar de los pesares, todavía sienten y padecen sobre los diamantes o fuera de ellos. 

«La vida en mi época era de sueños y metas por lograr, nos dedicamos sólo a eso, a prepararnos para el siguiente día. En ocasiones con circunstancias en las que teníamos que ir a entrenar con limitantes en la vida personal, muchas veces con deficiencias, porque la dura situación era general. La capital tomó medidas, nos asignaron ayuda del gobierno y nos pusieron unos famosos ‘padrinos’ que nos ayudaron mucho.

«En lo particular me tocaron de los mejores: Cubalse, bajo las riendas de Pedro Mejías y Planta de Herraje, con Camilo Ramón Santana que no tengo cómo pagarles, porque fueron más que eso, fueron amigos incondicionales, personas humildes que se volvieron familia. No tengo forma de agradecerles todo el apoyo que me dieron. Aún los recuerdo con mucho cariño. Ellos hicieron que nuestros pasos fueran más certeros», explica.

A Industriales, le profesa un cariño especial, pues representa la aspiración de cualquier infante capitalino desde que comienza su andar por los terrenos.

«Por este equipo pasaron decenas de estrellas, grandes glorias del béisbol en La Habana. Al hecho de jugar en Industriales debo el tener a una afición que, todavía hoy, me recuerda y respeta. Tuve la oportunidad de hacer vibrar a más de 50 mil aficionados y eso lo es todo para mí», confiesa.

Yadel Martí era uno más dentro de la novena, quizás a su manera, pero uno más.

«Nunca vi por encima del hombro, jamás me creí el rey del podio, ni la figura más importante. No viví jamás eso de constituir la pieza clave del staff de pitcheo. Considero que fui una persona humilde, ayudé a quien pude, aconsejé con prudencia al que un consejo me pidió y si alguien tiene alguna u otra opinión al respecto no la he escuchado. Sin autosuficiencia, pero que hablen por mí quienes conmigo vivieron esos momentos.

«No existe comparación cuando se trata de revivir los momentos mágicos con la tropa azul, sentirse amado por muchos y, a la vez, odiado por otros tantos resulta contradictorio, una sensación inexplicable. Salir a darlo todo, pensando en hacer el trabajo adecuado para que la fanaticada al siguiente día solo piense y comente sobre la pelota, en la guagua, un parque, étc, mantener vivo el béisbol.

«Gratificante era que te saludaran conociéndome o no, se quisieran tirar una foto, le comentaran a tus padres y familia con halagos sobre tu actuación, eso es algo que todo ser humano disfrutaría, así nos sentíamos todos después de un buen juego en el terreno», afirma.

La lección del Clásico Mundial para Yadel Martí

En el año 2006, la Major League Baseball (MLB) organizó un evento de selecciones absoluto bautizado como Clásico Mundial de Béisbol. Esa sería la primera vez que la pelota cubana se mediría en un torneo oficial a jugadores de las Grandes Ligas en su mayoría y para ello se conformó un equipo compuesto por los mejores peloteros cubanos del momento.

Poco le faltó para quedar excluido del selecto grupo. En un primer momento no figuraba en la preselección, pero a base de esfuerzo y de una calidad sobrada se agenció su puesto, el último monticulista antillano en hacer el grado a la magna cita. Sin embargo, prefiere pasar página y, del golpe, sacar la enseñanza.

«El Clásico Mundial. todos saben por entrevistas anteriores lo que pienso al respecto de una persona que, por momentos, trató de maniatar mi carrera, Higinio Vélez, pero esta vez no le daré protagonismo. Solo resaltar que fui el último de los pícheres en llegar a ese inmenso elenco. Me preparé al 150 por ciento, porque conocía el trabajo que me iba a costar llegar», afirma.

Una brillante actuación y un impecable promedio de carreras limpias de 0.00 ante la crema y nata de la pelota mundial, le hicieron integrar el Todos Estrellas del torneo como el mejor lanzador derecho de la justa. Una lección de vida para quienes intentaron hacerle a un lado.

«Pero, además de mi esfuerzo, le agradezco mucho a Rey Vicente Anglada y a Víctor Mesa, quienes me dieron mucha fuerza para no dejarme caer, a mis amigos Pedro Luis Lazo y Ariel Pestano, que disfrutaron mucho al escuchar mi nombre en el equipo. Así como muchos de mis compañeros y no les fallé. La historia quedó plasmada con números y de regreso no fui el último, bajé de primero», expresa.

Yadel Martí
«Industriales es mi vida, yo diera mucho más de lo que pudiera dar por ver mi equipo azul volver a florecer». FOTO: Getty Images

Industriales perdió a su as

«El tema de la migración es complicado. Un gran por ciento, al igual que yo, se vió obligado a partir por cuestiones adversas. Cosas que uno no pudo controlar, aunque agradezco que me hayan inducido a tomar tal determinación. No me fui porque quise, me incitaron a hacerlo. Alguien me dijo que, con 28 años, había que dar paso a las figuras jóvenes y me dieron de baja en el Cerro Pelado. Al regresar de lanzar en la final del Campeonato Mundial de Béisbol, celebrado en Taipei de China en el 2007, me quitaron mi salario. Todavía me quedaba mucho por dar», manifiesta.

Luego de un intento fallido, Yadel logró salir de Cuba. La travesía ocurrió en diciembre del año 2008, a partir de entonces, nueve largos años transcurrieron antes de que pudiera regresar de nuevo a su país.

«Salir de Cuba fue un duro golpe, dejé atrás a toda mi familia y con la incertidumbre de no saber cuándo la iba a volver a ver. Hija, madre, padre, hermanas y hasta amigos quedaron atrás, y tuve que poner eso en la balanza. Aquellos días fueron súper duros. Salí por vía marítima y a ratos me asomaba para buscar oxígeno. Sentí que la nostalgia me mataba. Insisto, no fue fácil. Para nadie lo es, pero con el favor de Dios y todo lo que me administra, la vida me dio el regalo de volverlas a ver y ahora mi corazón está en paz.

«Adaptarme fue fácil, aquí conocí a una persona con la que por más de 10 años tuve una familia y desde la llegada pude soportar en algo mi nostalgia, ella acompañó mis pasos y me dio fuerzas para seguir jugando. Firmé un contrato de Liga Menor con los Atléticos de Oakland y estuve dos años en la organización. Luego me fui a jugar en ligas profesionales de invierno y verano por países aledaños como México, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana hasta el año 2015, que decidí no regresar más», confiesa.

Luego de abandonar el deporte activo, Yadel Martí se vinculó con la Phoenix Sports Agency y comenzó a trabajar como representante de jugadores en el año 2016.

«Encontré lo que buscaba en la emigración. Salí con la idea de jugar a cualquier nivel, de tratar que no muriera el béisbol en mí. Vivía por ello. Hasta donde pude lo logré, por otra parte, aún no tengo logrado lo que quiero. Pero con fe, que me sobra, lo encontraré, seguro estoy de eso», dice.

Yadel Martí en la actualidad.
Yadel Martí en la actualidad.

La persona debajo de la franela

«Conocidos tengo muchos. Amigos, un grupo muy selecto. Por la parte del béisbol unos cuantos envidiarían tener a muchos de ellos como eso (amigos). Porque a raíz de tantos años no se han caído. Otros que andan medios escurridizos que no me queda de otra que sobrellevarlos y para esos, me hago el sueco.

«En lo referente a mis hijas (que es lo único que aquí tengo), llevo la fiesta en paz, como se dice, trato de disfrutarlas al máximo pues ellas son lo primero para mi. Vivo algo distante con una familia que me acogió como ninguna, a quienes les debo mucho y están en mi corazón. Sobre el amor en lo personal ya tengo lo que me hacía falta para ser un hombre completo y la vida lo demostrará, pero mientras no sea un hecho una vez más me voy hacer el sueco.

«La verdad no estoy muy al tanto del béisbol de allá. Esta pandemia lo ha cambiado todo, la situación con los muchachos es difícil porque los padres no los quieren arriesgar y para mantenerse aquí hay que trabajar. En ocasiones hay tiempo solo para descansar y no se puede, pero sí me informo y una que otra vez le echo mis porras a los azules.

«Politizar es algo a lo que me limito. Deporte es deporte y se debe de hacer todo por el bien del béisbol. Siempre digo que lo de nosotros es jugar y hacer lo que sea para que no se pierda calidad, lo demás que se encargue cada quien en su esfera.

«Quisiera seguir visitando mi país. Vivir mis últimos años allá, o no, eso es algo a futuro, pero ahora no está escrito en mi presente. No obstante, amo mi tierra, así que bajo las circunstancias que sea no veo que sea un problema y si es allí el final de mis días, pues lo hago con mucho orgullo como cubano que soy.

«La situación actual está inmersa por un virus fuera del alcance del ser humano. Estamos viviendo un momento de caos mundial y contra la naturaleza no se puede luchar. Solo nos queda tener disciplina para no sufrir más pérdidas y que podamos disfrutar de nuestra Cuba linda y bella, que sigamos el camino para que se engrandezca y que en algún momento podamos reunirnos en el Latino los miembros de la que, para mí, fue la década prodigiosa de los azules de la capital», expresa Yadel Martí.

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