Gerardo «Sile» Junco es uno de los directores legendarios del béisbol cubano, el encargado de comandar a los históricos Henequeneros que brillaron en la década de los 90 en la isla.

El estratega estuvo al frente de aquel célebre conjunto desde la temporada de 1988-89 hasta la 1991-92. Con ellos, llegó a tres finales consecutivas y logró el título en par de ocasiones: 1989-1990 y 1990-1991; además, quedó a las puertas de lograr una tercera corona consecutiva en 1992.

Después, fue el mánager del equipo que ya respondía al nombre de Matanzas hasta 1994, al cual volvería a comandar años después en las Series 41 y 42.

Tuvieron que pasar 29 años para que Matanzas volviese a tener un equipo campeón y, una vez más, «Sile» recibía la medalla en su cuello, esta vez de Armando Ferrer, su pupilo.

Exaltado al Salón de la Fama del bésibol matancero en el 2017, a sus 83 años, Sile Junco nos recibió en su natal Limonar. Mientras conversaba, su mirada se perdía constantemente hacia el televisor, pues Matanzas y Artemisa se enfrentaban en la final de la Liga Élite de béisbol.

¿Cómo estás Sile?

Me siento bastante bien, y mirando la pelota, me siento bastante mejor.

¿Siempre fue la pelota tu pasión?

Toda la vida. Desde chiquito ya me dedicaba a jugar pelota. Empecé a trabajar en una panadería. Mi padre le dijo al de Javier Sotomayor, que era el panadero, que hacía falta que me enseñaran.

Vivíamos cerquita uno del otro, y empecé a trabajar ahí, pero siempre ligado a la pelota. Desde muy temprano, 11 o 12 años, dirigía los equipos de mi edad.

Ahí también fue cuando encontré a Rafael Torres, a Pablo Hernández. Todos esos muchachos jugaban conmigo. Me dedicaba a hacer los equipos de pelota del municipio Limonar.

¿Y cuándo comienzas a destacar hasta llegar a ser entrenador de Henequeneros?

Empezamos a ganar unos cuantos campeonatos de forma consecutiva, en la primera categoría, hasta que me llaman para estar en el equipo de Matanzas. Antes me habían ofrecido dirigir Las Villas, pero dije que quería quedarme en Matanzas.

Entonces me mandaron a buscar para trabajar con Asdrúbal Baró. Al próximo año, dijeron que hacía falta que fuera el director del equipo. Lo acepté.

Cuando aquello era Valentín Padrón el secretario del Partido en Cárdenas. Yo dije, esta bién, pero siempre y cuando se haga lo que yo mande. Hubo un tiempo en la pelota en el que no mandaba el mánager, sino el secretario del Partido y un grupo de compañeros. Yo dije, si se va a hacer lo que mando, no hay problema, voy pa´ allá.

Ahí cogí (el equipo) y obtuvimos un cuarto lugar. Después ganamos dos campeonatos consecutivos.

¿Qué edad tenías en ese momento?

37 años

Eras un mánager joven

Sí. Nadie me conocía. Después me fueron identificando, porque empezamos a ganar. Yo gané 12 campeonatos provinciales seguidos con el municipio Limonar.

Un municipio chiquito, pero que tenía buenos peloteros, y yo era bastante exigente, eso es verdad. A veces se me iba la mano, vamos a ser honestos. Quería que las cosas fueran a mi manera, pero no admitía las faltas de respeto.

En aquel momento el equipo de Matanzas perdía mucho. Y yo llegué diciendo cómo iba a ser la cosa, y empecé por ahí.

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¿Cómo lograste cambiar esa dinámica perdedora del equipo?

Llegué y dije, miren caballero, soy un mánager que me gusta ganar, yo he ganado mucho en la pelota, y no voy a permitir que hagan lo que les de la gana. Por ahí empecé.

Llegando, no voy a decir ni el nombre, un pelotero hizo algo y dije, este se queda en el banco. Fue a ver a no sé quién y dije, puede ver a quien le de la gana, que ese no juega más.

Me senté con todo el mundo, estaba Pablo Hernández, y le dije: tú no corres, llegando a primera base cortas el paso. Así no puede ser. Tienes que salir matando.

Por ahí empecé a tener triunfos. Entonces dirijo al equipo Henequeneros en la serie José Antonio Huelga, donde ganamos también.

¿Qué tenía ese equipo campeón de Henequeneros del 90´y 91´?

La disciplina, y que bateaban. Batearon mucho. A cada rato me lo recuerdan. Ese que está dirigiendo, estaba conmigo también.

¿Armando Ferrer?

Sí, era coach mío.

¿Qué opinión tienes de la dirección de Ferrer?

En aquella etapa no tenía muchos conocimientos. Fíjate que a él lo tenían medio eliminado. Cuando yo llegué al terreno, le dije, ven pa acá que te vas a ir conmigo. A cada rato él viene por aquí, porque lo ayudé mucho. Después fuimos a México.

¿Cómo era la pelota de aquella época?

Aquella pelota era más fuerte que esta. Había más cantidad de peloteros de calidad. Ahora están hablando de Tati Valdés, Víctor Mesa, Rafael Rodríguez. Había más interés. La gente se ponía más para las cosas.

Teníamos que ser mejores para poder jugar. La pelota era muy fuerte, y los equipos se hacían buscando peloteros.

También existían indisciplinas, lo viví yo. En esta pelota se juega menos. Antes se cuidaban más. Ahora hay muchos desajustes. Aquella pelota me parece más fuerte que esta, cuando haces la comparación.

¿Tienes alguna anécdota de aquellos campeonatos con Henequeneros?

Yo tenía a Carlos Kindelán Limonta, Jorge Luis Valdés, que fue el paño de lágrimas mío. Ese me decía, deja a todos los píchers que voy yo solo. Guapo, guapo. En aquel tiempo no había tanto picheo en Matanzas.

Siempre fue el primer pícher de nosotros, era una fiera. Ayudó mucho. Carlos Mesa también era buen lanzador, Rogelio Amores.

Logré hacer el equipo ese con la gente del campo, fundamentalmente. Guajiritos del monte, pero tenían calidad. Tenía a Carlos Valido, Israel Alonso.

Eran jugadores de Triunvirato, Limones, Saratoga, de la Julia y de Limonar. Logramos hacer un gran equipo, y con mucha vergüenza. Jugaron pelota, y puedo decirlo aquí. Me siento orgulloso de cómo esos muchachos jugaron conmigo.

¿Qué fue de tu carrera luego de concluir con Henequeneros?

Fui al extranjero a dirigir un equipo sotanero que tenía un jefe de dinero, y había que poner al hijo a jugar. Me decían, Sile, tú ten cuidado, que aquí esta gente paga dinero, y tú eres medio echado pa´ lante. Pero yo dije, cuando llegue, es lo que yo mande, porque ellos ponen su dinero pa eso. Yo vengo a dirigir pelota.

¿Y en la Copa Intercontinental de 1991, donde fuiste con un equipo B y terminaron llevándose el título?

Fuimos primero a un entrenamiento en España, y después a México. La experiencia en España fue increíble. Hicimos un equipo bueno, llevé a Gabriel Pierre, Evenecer Godínez, a los hermanos de Oriente que bateaban bien.

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Un equipo tremendo. Tenía a Jose Antonio Estrada de 1er bate, 2do Godínez. Llevé a Julio Germán Fernández, que hace poco pasó por aquí a ver cómo me sentía.

En el 94´me fui a cumplir misión, y ya luego no dirigí más, me quedé dándole consejos a algunos muchachos. Gente que viene y me pregunta. Ayudo, dentro de las posibilidades que tengo, a los que vienen y me piden ideas. Hasta ahí. Me invitan a muchos lugares de la provincia.

Pasaron 29 años para que un equipo de Matanzas volviese a ser campeón de una Serie Nacional y tú estabas nuevamente en el estadio, ¿cómo te sentiste ese día?

Me sentí bien. Contento y agradecido. Ferrer era asistente conmigo. A cada rato habla conmigo. Le doy algunas indicaciones. Viene y habla conmigo.

¿Qué debería tener un buen mánager para dirigir?

Debe ser serio, recto, responsable, y saber tomar sus decisiones propias. No puede dejar llevarse por nadie, y menos por los peloteros, porque cuando eso pasa, ya perdiste. El pelotero no es fácil. Si le das chance se te cuela y entonces los que mandan son ellos.

Eso lo hablaba con Lázaro Junco, porque viene aquí a Limonar. Si tú eres el mánager tienes que saber lo que tienes que decir. Si empieza la gente a ser mánager de banco, a decir que no debe tocar, eso te desgracia un equipo de pelota.

Tienes que tener tu idea, tu equipo de dirección, tu análisis profundo antes que las cosas sucedan, y no al revés. A parte de director técnico, yo era director del INDER de Limonar.

Yo hacía mis reuniones, y no puedo decir que no me haya equivocado, pero sé también cuándo me equivoqué, y cómo reaccionar a eso, que es lo que no entiende la gente.

¿Crees que eso se aplica en la pelota cubana actual?, ¿hay buenos mánagers en Cuba?

Sí. Yo esta pelota la sigo, porque es lo que me gusta a mí. Toda mi vida me dediqué a eso.

Pero sí hay buenos mánager, aunque el béisbol cubano tiene problemas. Tú sabes hasta dónde puedes llegar, y tienes que tener un buen valor.

Ahora, mientras hablamos, estoy mirando la pelota, y me doy cuenta cuándo le tiró la mala, cuándo no le tiran, cuando se debe batear y cuándo no, y esos son conocimientos que se adquieren así mismo, mirando el juego de pelota.

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¿Cuál es el mejor bateador que has visto de la pelota cubana?

A mí me gustaba mucho Luis Giraldo Casanova. Ese era un pelotero horrible. Tremendo bateador. Tuve problemas cuando iba a Pinar del Río. Hablaba con mi pícher y le decía que cuando viniese Casanova le tirase afuera. Uno tiene que simpatizar con la gente, y con la calidad es así.

Ese que ves ahí, Yurisbel Gracial, empezó conmigo. Lo cogí de la unidad militar y lo traje pa acá. Él se hizo conmigo.

¿Y pícher, quién te gustaba?

En la etapa mía había muchos lanzadores. Una vez vino aquí Rafael Rodríguez, tremenda calidad. Rafael Torres, ese era la yunta mía, porque con él fue con quien yo me hice pelotero. Tremendo, mayor que yo, pero fui director de él. Pedro Alemán. Tuve muy buenos pícher.

¿Qué consejo le darías a los peloteros jóvenes?

Lo primero es que sean obedientes, llevar la vida tranquila y cuidarse, porque si no te cuidas no puedes ser pelotero. Veo los partidos porque la gente viene y me dice, ¿qué tú opinas “Sile”?

¿Vienen mucho a preguntarte?

Muchacho, y antes yo iba dos o tres veces a Matanzas, me ponían un carro. Este viaje no me pusieron, pero el año pasado fui al Victoria de Girón, y ahí me quedo con el Tati (Valdés) conversando.

¿Estás satisfecho con tu carrera como director?

Sí, estoy satisfecho, porque después me dijeron para dirigir el equipo Cuba e hice buen papel también, y cuando dirigí en la Liga José Antonio Huelga, también gané. Me siento orgulloso.

Aquí en el municipio me consideran mucho, me hacen homenajes, todos vienen buscando a Sile.

Puedo decir que la gente, no solo del INDER, también del partido y del gobierno, siempre se preocupan por mí, y algunos dirigentes preguntan por mí.

En el Covid perdí a mi señora. Los dos lo tuvimos y ella no pudo. Me siento orgulloso del comportamiento que he tenido con todo el mundo. Estoy agradecido y vivo orgulloso, reitero.

Puedo haber hecho cosas, pero lo mío era la pelota. Dirigir y tratar de hacerlo bien. Los fallos que tenía los consultaba y analizaba. Eso siempre lo hice.

Estoy hablando de la pelota, pero también estoy hablando de mi vida. Nunca dije yo no, siempre dije sí. Me ayudaron mucho y mis resultados fueron buenos. Cuando ganas 12 campeonatos provinciales seguidos con un municipio chiquito, es porque tienes que ser bueno.

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